Prologo.

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 Galatea miró por la barandilla. Los invitados que bailaban al son de la música le parecían ser flores que flotaban sobre el agua. Los tacones de las mujeres hacían de la melodía aún más hermosa. 

Y en medió de todo, sus padres. Lucifer veía con tanto a amor a Lilith que se sorprendió pensando en la absurda idea de los humanos sobre el nulo amor que existía entre los demonios. 

Al fondo miró a su abuelo Michaell, quien conversaba alegremente con Max, un general guardián, pudo notar como le enseñaba a su abuelo una caja de terciopelo negro y ambos empezaban a reír. Pensó en que seguramente se trataba de algún artefacto humano que Max había encontrado en su ultima expedición al mundo mortal. 

Cuando la música terminó todos los presentes reverenciaron a sus padres, seguido de un gran aplauso y una silencio cálido. 

—Amigos y familia, es un gran placer para mí esposa y para mi  presentar a la princesa del Inframundo— dijo su padre con orgullo —Con ustedes su alteza Galatea Estrella de la mañana— concluyó alzando su mano en su dirección. 

Gala tomó aire y con la cabeza en alto comenzó a bajar las escaleras, peldaño a peldaño, con la mira fija en Max quien ya le esperaba al final de la escalera con una enorme sonrisa en el rostro. El silencio del gran salón solo era interrumpido por el sonido de sus tacones al encontrarse con la madera. Con su mano derecha recorría el barandal tallado y con la izquierda sostenía un poco la falda para evitar que se interpusiera en su camino y cayera estrepitosamente en aquel momento, ese era sin duda su mayor miedo en esos instantes. Pero cuando tomó la mano de Max el vacío en su estomago se hizo más grande. 

El pasillo que fue despejado durante su descenso le dejaba ver al otro lado del salón una pequeña columna en donde se encontraba reposando la hermosa corona de diamantes negra. Su belleza la llamaba como siempre lo había hecho desde que era una niña. Pudo ver también a su abuelo que la esperaba sonriente con una cofre dorado entre las manos, sus nervios aumentaron aun más, pero no fue nada comparado con el mar de emociones que sintió al ver a su padre y madre juntos, mirándola con orgullo y amor. Sabía que pasara lo que pasara aquella noche siempre iba contar con su amor incondicional. 

Cuando llegaron al otro extremo, Max besó su mano y le hizo reverencia a lo que ella correspondió con un leve asentimiento de cabeza y lo vio colocarse junto a su abuelo. 

—Galatea Morningstar — comenzó Michaell — Estamos aquí reunidos para hacerte miembro activo de esta gran familia. Fuiste elegida por los astros para este momento, ellos te guían a elegir el rol que cumplirás en esta nueva travesía hasta que llegue tu hora de reinar las tinieblas— le lanzó un sonrisa tranquilizadora y abrió el cofre que tenía en sus manos. 

Con un nudo en el estomago pero confiando en sus instintos procedió a tomar una de las cinco piedras sagradas. Cerró sus dedos al rededor de ella y con lentitud la sacó del cofre. Giró lentamente la mano, observó con demasiado alivió el zafiro azul en su mano; miró con una amplia sonrisa y a su novio. 

—Ahora que el universo a hablado, te pregunto a ti, Galatea Mornigstar ¿Estas dispuesta a asumir la corona secundaria del Inframundo? 

—Sí, acepto— dijo la joven con orgullo en la voz. 

—¿Juras cumplir las leyes sagradas de nuestro pueblo? 

—Sí, lo juro— la energía empezaba a crecer dentro de ella. 

—¿Juras usar los dones concedidas para proteger el equilibrio del mundo humano y en el que naciste?

—Lo juro. 

Sin dejar pasar ni un momento, el hombre tomó la corona en sus manos y la colocó sobre la cabeza de su nieta. Justo cuando ambas entraron en contacto los diamantes comenzaron a moverse para frenar en una estructura completamente diferente a la que habían tenido minutos anteriores. 

—Puede usted decir votos. 

—Yo, Galatea Estrella de la mañana, me comprometo a serviles fiel mente a ustedes mi familia. Juro solemnemente protegerlos de todo mal y desgracia— la voz de la mujer se escucha segura, firme pero bondadosa— A todos los mundanos he de proteger en la practica, no utilizaré mis dones para hacer mal. Amaré al Inframundo como a mi misma— terminó de decir, con una gran sonrisa. 

Pudo sentir como una corriente de electricidad recorría su cuerpo y de su pecho comenzó a emanar una luz blanca con destellos negros. 

—Miren aquí a su princesa, observen a la hija de Lucifer y Lilith Mornigstar— exclamó Michaell —Hasta que su momento de reinar llegue, ella será su protectora. 

Los presentes la reverenciaron, todos incluso sus padres. Por fin sentía que era parte de algo más grande que ella misma, sabía que tenía un gran camino por delante. No podía estar más feliz en aquello momentos. 

A su lado, su alma gemela le esperaba para aventurarse a esta travesía juntos, como el universo les había dictado desde el momento de su concepción. 

Pero erase una vez, no forma parte de esta historia.



Obscuridad.Where stories live. Discover now