Bacía, yelmo, halo.
Este es el orden, sancho.
De aquí no se va nadie.
Mientras esta cabeza rota
del niño de vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
Hasta que un día (¡un buen día!)
el yelmo de mambrino
halo ya, no yelmo ni bacía
se acomode a las sienes de sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos todos
por las bambalinas.
Tú, y yo, y sancho, y el niño de vallecas,
y el místico, y el suicida._________________________________________________________________
134 palabras
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Poemas suicidas (COMPLETA)
Non-FictionSeñor Arroja los féretros de mi sangre Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana Las flores se me morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón.