Y E L L O W

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Castillo de mimbre.

Muñeca de lana.

Juguetes de porcelana.

Castillo de mimbre.

Muñeca de lana.

Juguetes de porcelana.

Castillo de mimbre...

Muñeca de lana...

Juguetes de porcelana...

Castillo de mimbre...

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Los regalos calleron al suelo, provocando que algunos invitados vieran con sorpresa y molestia el berrinche que el niño armó. La madre del infante se disculpó muy apenada, más no obstante el padre solo repudio la actitud del niño, quien no se inmuto y siguió observando a cada uno de los presentes con repulsión, odio y asco. Sintió como su oreja era jaloneada con mucha fuerza, evito llorar delante de toda esa gente, y solo frunció el ceño caminando dificultoso, ya que su padre lo jalaba a tirones cruelmente de la oreja.— Estás castigado. —dijo el hombre, empujando sin mesura al menor, dentro de su habitación.— Piensa bien en lo que has hecho, y cuando vuelva espero una disculpa de tu parte. —amenazo el hombre, pero el niño sólo sonrió con burla, limpiado sus ropas del polvo.— Le pedirás una disculpa a todas las personas que han venido a tu fiesta de cumpleaños.

—Por mi que se jodan todos. —fue su respuesta.— Si tanto les duele la verdad, mejor no la busquen. —respondio serio, notandose ya a sus cortos ocho años, la actitud fría y calculadora. El adulto, prefirió no decir nada más, y lo dejo solo, encerrado en su habitación. El niño, de piel pálida solo se dedicó por largos segundos a acariciar su oreja lastimada, viendo por la ventana la muy fría y oscura noche, solo la lámpara de dormír de su habitación le hacía compañía, escuchaba a los músicos tocar en el gran salón de la casa, a la gente reír, y de más estupideces que hacían los de la alta sociedad en las típicas fiestas que su familia organizaba.— Castillo de mimbre, muñeca de lana, juguetes de porcelana. —dijo, ido en sus pensamientos, arrastró su cuerpo hasta su cama, donde muy tranquilo, saco un viejo libro debajo de su almohada.— Castillo de mimbre, muñeca de lana, Juguetes de porcelana. —repitio, ahora sonriente.— Feliz cumpleaños número ocho a mi~ —canto, sintiendo un nudo muy feo en su garganta.— Feliz cumpleaños, querido YoonGi, feliz cumpleaños a mi~ —se detuvo, limpiando las lastimeras lágrimas, no entendía, él lo único que pidió fue una muy humilde cena con su papá y mamá, no pidió una fiesta ostentosa, donde llegó gente que no conocía y que de seguro solo estaban ahí por las apariencias, las cuales, para sus dos progenitores era muy importante. Su familia era importante para esa época, la cúspide de la riqueza para su familia era un dolor de cabeza para un niñito de su edad.— Mi deseo de cumpleaños es, ser amado y amar. —tenia una mente abierta, desde muy pequeño se notaba ya su inteligencia y sobre todo su carácter tosco y agrio, pero sin duda algo que lo caracterizo muy bien, fue su manera de pensar, ya que siempre decía, “uno se enamora del alma, no del sexo de una persona”. El pequeño YoonGi froto sus ojos, sintiendo el ardor en ellos, bostezo un poco pero claramente el escucho que alguien lo llamaba.

YoonGi.

Dijo una voz muy angelical, el menor se quedó por un momento pensativo, ¿Habrá escuchado mal?.— ¿Mamá? —pregunto sin entender, y entonces volvió a escuchar la voz.

Yellow ©|YoonMin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora