Apoyo

586 73 19
                                    

Los brazos le dolían a causa del esfuerzo hecho al nadar con el cuerpo de Levi entre ellos. El hombre pesaba pero eso no le importó. Nadó hasta que sus brazos ya no le respondieron y como pudo se acercó a la orilla jalando con cuidado el malherido cuerpo del capitán.

Con una mano se ancló al pasto y con la otra lo sostenía férreamente, no quería soltarlo por nada del mundo. Aspiró una gran bocanada de aire y con todas sus fuerzas lo jaló consigo. Por suerte, en esa parte del río, el pasto estaba muy crecido, por el momento descansaría ahí, tomaría aire y fuerzas unos minutos, para después continuar hacia dentro a algún bosque.

Se recostó en el pasto con Levi recargado en su estómago, después de algunos segundos la respiración de Hange se hizo pausada, la adrenalina que corría por todo su cuerpo alertó todos sus sentidos. No podía darse el lujo de ser descuidada porque de ser así, los atraparían y darían muerte a ambos en un abrir y cerrar de ojos.

Con sumo cuidado y dificultad incorporó medio cuerpo sin despegarse ni un centímetro de Levi. Cerró su ojo fuertemente para después abrirlo poco a poco y ver a detalle la gravedad de las heridas en el capitán. Su ojo se cristalizó a causa de ver el rostro del que ha sido su único compañero en las batallas desde hacía mucho tiempo atrás. Solo ellos eran los únicos veteranos con vida, habían logrado una conexión mayor desde lo acontecido en Shiganshina.

Como pudo deshizo el nudo del cravat y comenzó a limpiar el rostro húmedo de Levi. Reprimió, aunque no del todo, el temblor de sus manos para comenzar a quitar con extremo cuidado las esquirlas incrustadas en los pómulos y frente del hombre.

Por cada esquirla retirada, Hange, con labios temblorosos susurraba un doloroso perdón.

Volvió a pasar el paño húmedo sobre las heridas, la sangre emanaba ligeramente. No soportó más cuando trató de limpiar la herida más grande, la que atravesaba casi todo el rostro, desde la frente hasta la barbilla, pasando a afectar el ojo derecho; retiró los mechones de cabello para dejar el área libre de molestias.

—¿Por qué tú? Vamos, despierta, hombre pequeño —Hange ya no pudo reprimir más su tristeza. Un sollozo se ahogó en su garganta mientras una lágrima rebelde escapó de su ojo, cayendo en la mejilla de Levi.

Con un suave vaivén se mecía junto con el inerte cuerpo del capitán.

De pronto escuchó ruidos en la maleza. Contuvo la respiración y con cuidado se recostó en el suelo por unos segundos que le parecieron eternos, cuando notó que los ruidos se habían ido, solo por precaución decidió quedarse así un par de minutos más. Una vez transcurridos, se incorporó de nuevo.

—Esos traidores me las van a pagar, los voy a matar a todos —ella habló en voz alta.

—No ha-bles así, me recu-erdas a cierto moco-so est-tupido— Levi habló con mucha dificultad.

—¡Levi! —exclamó Hange con el rostro lloroso.

—No gri-tes.

—Lo siento, Levi. No gritaré, lo siento —Hange estaba contenta de que Levi al fin despertara y mostrara señales de estar consciente—. No hables, por favor. Esa herida es muy grave, no queremos que empeore —una tierna sonrisa, al fin, adornó el rostro de la comandante, mientras una última lágrima se le escapaba.

Levi cerró los ojos, asintiendo pesadamente con la cabeza.

—¿Te importaría si voy por un poco de agua? Necesito limpiar tu herida —susurró ella al tiempo que estrechaba la mano izquierda de Levi entre las suyas—, para afirmar haz una leve presión, y si vas a negar no hagas ningún movimiento —Hange sintió un pequeño apretón en sus manos, sonrió.

ApoyoWhere stories live. Discover now