Capítulo 1.
Atenea despertó sobre un prado, en la mitad de la nada. Su oscuro cabello se dispersaba entre las flores y el verde césped, mientras lentamente abría sus peculiares ojos amarillos.
Hace unas horas había salido de su departamento, escapando de escuchar otra pelea más de sus vecinos, que parecían no dejar de pelear nunca. Atenea no soportaba las peleas. Jamás las había soportado. O eso creía ella.
Se sentó, levemente desorientada y comprobó la hora en su reloj de mano. En 30 minutos debía estar en el bar, de otra manera sería despedida, y ese bar de mala muerte era lo que le proporcionaba su único ingreso. Se levantó del suelo y comenzó a caminar hasta llegar a la carretera, donde espero por alguien que pudiera llevarla hasta el pueblo, ya que caminando se demoraría por lo bajo 50 minutos en llegar.
Una gran camioneta se detuvo, y justo en el momento en el que Atenea iba a subir al pick up de esta, un hombre de unos 25 o 26 años, de gran estatura y unos profundos ojos negros, se bajó del automóvil para, con una grave voz, indicarle que subiera al asiento de copiloto. La muchacha subió al mismo tiempo que aquel misterioso hombre, y entonces, la camioneta partió.
Un silencio se instaló entre ambos, no se podría decir si era un silencio incómodo o uno cómodo...solo era un silencio. Recorrieron la carretera a una velocidad impresionante, mientras Atenea solo miraba como su acompañante apretaba el manubrio con fuerza y no retiraba en ningún momento la vista de la carretera, observando como sus ojos fingían estar concentrados pero en realidad estaban vacíos, no expresaban absolutamente nada. Y eso la asustaba.
- ¿Dónde vas?- Esa grave y rasposa voz le preguntó a Atenea, que sobresaltada respondió:
- Vivo en el pueblo que se ve a la distancia, te agradecería si me dejas en algún lugar cerca de él.
- Te llevaré hasta el pueblo, no me gusta ver a niñas caminando solas por ahí. - A pesar de que Atenea odiaba que le dijeran que era una niña y que pensaran que no podía valerse por sí misma, simplemente le agradeció al hombre y permaneció en silencio.
El hombre decidió dejarla unos metros más allá, prácticamente al lado del pueblo. El automóvil se detuvo y Atenea bajó, murmurando un gracias.
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Horas más tarde, cuando el turno de Atenea como barwoman, estaba por terminar, el mismo hombre de los ojos vacíos, entró al bar.
-¿Tu trabajando en un bar de mala muerte? - le preguntó a la muchacha, quien ignoró su pregunta y le preguntó que quería tomar. Con gracia por la reacción de Atenea, el hombre pidió un vaso de whisky, el cual fue servido en unos escasos minutos.
-Soy Tristán. - Dijo ofreciéndole la mano a Atenea.
- Atenea - ella respondió, tomando su mano por un breve instante - Cerramos en 10 minutos, así que te agradecería que te bebieras lo más rápido posible tu vaso - Ella se alejó, tomando un paño para comenzar a limpiar la barra, preparando todo para cerrar.Tristán rió por lo bajo, sorprendido por la actitud de la chica que erradamente pensó que sería tímida y dulce.
Atenea limpiaba, consciente de que la mirada de Tristán no se movía de ella, fijándose en cada uno de sus movimientos. Lo ignoró, era un extraño cualquiera...O eso pensó ella. Terminó de limpiar y ordenar y vió como Tristán se levantaba y dejaba el dinero en la mesa mientras se retiraba con sus largos pasos. Eran las 3:48 am, hace tres minutos que ya debería haber cerrado. Tomó sus cosas, apagó las luces del lugar, cerró y se fue a su hogar.
Comenzó el largo camino que la esperaba antes de llegar a su casa y mientras caminaba encontró una nota pegada a un árbol.
"El camino que sigas es el que tu eliges, por lo tanto es el que te define. La elección que tomes será irrevocable, y cambiará tu mundo por completo. Elige bien."
Llena de curiosidad Atenea tomó la nota, y se quedó por un momento pensando, analizando la nota. Y entonces recordó. La nota con la que había despertado hace cuatro años, la nota que la marcó. La letra era idéntica. La palabra resiliencia vino a su mente como un flash.
Corrió a toda velocidad, no paró hasta llegar a su departamento, donde al llegar buscó desesperada la nota. Cuando por fin la encontró, la comparó con la que había encontrado hace unos minutos. La letra era exactamente igual, incluso estaba escrita con el mismo lápiz y sobre el mismo tipo de papel. No podía ser una simple coincidencia. Alguien quería que ella encontrara esa nota.
Y ese alguien probablemente sabía el porqué de la pérdida de memoria de Atenea. El porqué de esa noche ya tan lejana, el porqué ella no recordaba absolutamente nada que hubiese ocurrido antes de esa noche, el porqué no sabía si tenía familia buscándola, o amigos, o si alguien estaba esperando a que regresara. El porqué solo sabía su nombre y su edad...El porqué había terminado tan sola.
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Resilio.
Teen FictionSus pasos resonaban por el largo y vacío pasillo. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado hasta ahí. El reloj en una pared del pasillo le indicaba que ya eran las 2:48 de la madrugada y no llevaba con ella ni dinero, ni un celular, ni nada...sol...