parca

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Ayer a medianoche la parca recorrió las calles de mi cuidad.

Y la parca llegó a aquella fiesta pero nadie la vio. Nadie vio como incrustaba su guadaña en el pecho de aquel anciano, nadie escuchó los gritos de auxilio de los perros, nadie puso atención mientras aquel señor ponía su mano en el corazón y se dejaba ir poco a poco. La música sonaba y cada uno de los presentes se deleitaba en sus concupiscencias

Ayer a medianoche la parca recorrió las calles de mi cuidad.

Entró a la casa de una familia adinerada. Busco tranquilamente la cuna del primogénito de aquella familia, sus padres estaban dormidos y no sintieron aquel frío que inundo la habitación entera. Oh pero aquel pequeño sí, y lloró porque el miedo consumió todo su cuerpo, lloró porque la parca lo había tocado. Minutos después el llanto del bebé se hizo insoportable.

Su madre ojerosa y hastiada se levantó, llevaba días sin dormir. Pero cuando tocó a su hijo la congoja se adueño de ella. Estaba ardiendo en fiebre y mientras llamaba a su esposo a gritos, la pequeña criatura se dejaba ir poco a poco.

Ayer a medianoche la parca recorrió las calles de mi cuidad.

Caminó hasta llegar al hospital. Tomó la vida de una mujer que había robado una tienda y luego de aquello un auto la había impactado, dejándola con su columna desecha. Siguió recorriendo los pasillos de aquella edificación mientras todos ignoraban su presencia, su guadaña brillaba a su lado, siempre preparada para segar vidas.

Mientras caminaba arrancando vidas, volvió a tocarse con aquella habitación y entró.

El chico castaño seguía allí dormido al pie de la cama enganchando su mano con la del otro, pero el chico pelinegro seguía allí inmóvil desde hace más de un año. La parca siempre entraba a esa habitación y se quedaba en una esquina viendo como el primero siempre le hablaba al pelinegro y le repetía cuando lo amaba. Al final del día se quedaba dormido mientras lloraba pidiéndole perdón por no amarlo como se lo merecía y le pedía que despertará.

Pero jamas lo volvería a hacer.

Luego de un año el parca sabía que tenia que tomar aquella alma y lo hizo sin chistar. La guadaña hizo su trabajo y el sonido de la muerte hizo despertar al castaño, mientras el amor de su vida se dejaba ir poco a poco en aquella cama.

Ayer a medianoche la parca recorrió las calles de mi cuidad.

Y mientras todo eso sucedía, yo en la oscuridad de mi habitación me preguntaba. ¿El por qué?. Por qué la muerte existe y por qué nosotros también, del por que la gente mala y buena mueren a cada minuto. De por qué seguimos vivos. ¿Acaso la parca lo hace al azar? o ¿Ya todo se encuentra escrito?.

Pero mientras me sigo llenando de preguntas que nunca van a tener respuesta, la gente seguirá muriendo.

La parca nunca se va a cansar de seguir recorriendo las calles de mi cuidad mientras su guadaña clama por danzar con más almas perdidas.

Nadie controla la muerte, la muerte nos controla porque solo somos unos pequeños escarabajos arrastrándose por la tierra pidiendo misericordia para que no nos quiten nuestro último aliento.

Et messoremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora