Cerró la última maleta, para después sentarse en la cama de la oscura habitación. Recorrió la vista por todos los retratos que se encontraban en el viejo ropero, sonriendo con tristeza en las imágenes de ellos cuando eran jóvenes.Cuando la ilusión y el amor reinaba su vida, cuando lo único que les preocupaba era el bienestar del otro sin importar que, cuando eran jóvenes y sólo podían amar con desenfreno y locura. Cosas que con el paso de los años fueron desvaneciéndose, hasta el punto de extinguirse por completo.
Las promesas comenzaban a romperse, los sueños comenzaron a tornarse ridículos y los sentimientos apagarse.
Tenía que pasar, de una u otra forma su lucha sería en vano, porque sinceramente ellos no estaban hechos para estar juntos de por vida, el destino siendo malvado no lo quería y tampoco lo permitía. Ellos se aferraron a una ilusión falsa, que se obligaron a creer.
Harry tomó la maleta para llevarla a la sala de estar, no sin antes dar un último vistazo a su habitación donde habían compartido momentos especiales, mágicos e inolvidables.
Llegó a la sala y colocó la maleta junto a las demás, se desplomó en el sofá y observó a su alrededor. Recordó cuando aquella casa tenía color y se sentía como un hogar, cuando entraron por primera vez y se besaron en la entrada entre risas y caricias, cuando los muebles comenzaron a invadir de poco a poco, cuando hicieron su primera cena e ensuciaron toda la cocina por su falta de experiencia.
Quería llorar, más sin embargo ya lo había hecho demasiado. Mientras dormía, se bañaba y arreglaba sus pertenencias. En la absurda soledad de su habitación, acompañado de los ruidos extraños provenientes de la calle.
Tomó entre sus manos la libreta que esa misma mañana había dejado sobre la mesa de centro, junto con un bolígrafo de tinta negra.
» Querido, Lou.
Seré lo más breve posible, porque no tiene sentido dejar una biblia escrita para decirte lo que verdaderamente siento en estos momentos, mientras escribo esta carta cliché con las manos temblorosas y lágrimas en los ojos.
Amado esposo, gracias por más de una década juntos, gracias por las sonrisas y lágrimas, por las discusiones y reconciliaciones, gracias por las noches dejando nuestra alma entre las sábanas y las mañanas despertando abrazados, gracias por los consejos y mimos amorosos, gracias por la boda más bella de todas y la noche de bodas más intensa. Y por último, gracias por cumplir mi gran sueño de ser padre.
"¡Papi!" exclamó Alex, entrando a la sala con su pequeña mochila colgando de sus hombros.
"¿Listo, mi amor?" preguntó, abrió sus brazos y movió sus manos dándole a entender al niño de escasos cuatro años que lo abrazara.
El pequeño castaño corrió hasta su padre y se sentó en sus piernas, abrazándolo con fuerza. Dejó un beso en su cabello, aspirando su aroma a fresas.
Ellos lo habían adoptado, cuando apenas tenía unos meses de nacido y era un ser pequeño e indefenso. Lo amaban, aquel niño era la única razón por la que estuvieron juntos esos últimos años, pero para Harry eso no sería suficiente, ya no más.
"¿Qué haces?" preguntó mirando con curiosidad la hoja.
"Papá está escribiendo una carta, ¿quieres ver cómo lo hago?" el niño se limitó a asentir y Harry prosiguió.
Bueno, creo ya fueron suficientes agradecimientos, porque faltan las razones por las que estoy tirando quince años a la basura.
Debí saberlo, debí saber que desde tomaste esa maldita copa ya no podrías detenerte. Siento no haberte salvado de ese vicio que te consumió, siento que no hubiésemos sido lo suficiente para que lo dejaras.
No debí perdonarte esa primera vez, cuando llegaste oliendo a alcohol, cigarros y perfume de otra persona. Tampoco las veces anteriores, tal vez ninguna. O esa noche, la peor de todas, la que debió ser la última y que por mi culpa se repitió, tú llegaste tan ebrio y por dios, yo no quería, te lo pedí rogando y no me escuchaste, tú sólo estabas cegado por la maldita bebida o tal vez estabas drogado, pero no debí permitir que me tocaras cuando no lo quería y debí dejarte desde ese instante, pero esa noche se repitió unas veces más.
De nada sirvieron todas tus disculpas a la mañana siguiente, tampoco los chocolates o ramos de rosas. De nada sirvió nuestra lucha cuando éramos adolescentes, nuestro amor en vez de perdurar se pudrió. De nada sirvieron las promesas que hicimos aquel día, cuando imaginamos una vida juntos.
Esposo mío, me llevo los buenos y malos recuerdos. También a nuestro bebé y las sonrisas que nos provocó, también los te amo y promesas rotas. Me llevo todo mi amor, y te suelto, como debí hacerlo desde hace mucho tiempo.
Y te pido perdón por ya no querer luchar más, pero te juro que lo intenté y me destruí en el proceso.
Y por último, te pido perdón, Lou, no por irme sino porque no tengo ni una pizca de arrepentimiento al hacerlo.
Adiós, Lou.
Te amaba, Harry.
Limpió sus lágrimas y arrancó la hoja, para después doblarla y dejarla en la mesa. Cargó a Alex y tomó las únicas tres maletas que se llevaría. Antes de salir por la puerta, la voz del niño hizo eco en su mente con aquella pregunta.
"¿No esperaremos a papá?"
"No amor, papá no viene con nosotros" le respondió sonriente, ocultando la tristeza que sentía.
Cerró la puerta provocando un estruendoso ruido y sin mirar atrás se dispuso a caminar, para comenzar a sanar.
En la madrugada Louis llegó, tambaleándose de un lado a otro sin poder mantenerse de pie por su estado de ebriedad, yendo directamente a su habitación para dormir, sin sentir la ausencia de su familia.
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Goodbye, Lou » h&l
Short Story[OS] Te pido perdón, Lou, no por irme sino porque no tengo ni una pizca de arrepentimiento al hacerlo.