† 𝕮𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔 †

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Nunca había sido caótico para mí descifrar las exorbitantes emociones de _______. Pero en aquel instante pareciera incluso tortuoso el intentarlo. La expresión en su rostro era tan distinta al desolado de sus ojos.

Hasta entonces no me atreví a musitar. Simplemente contemplar los gestos, los ilimitados sentimientos, que persistían en un enigma deplorable.

— No puedo con las pesadillas — Rompió el silenció con un tono quebradizo. — Sólo, no quiero estar sola.

— Quédate.

— Gracias — Sonrió desganada.

Cambié la vista hacía otra parte. Por el momento estaba observándola demasiado; lo que me agobiaba, ya que no era capaz de suprimirlo.

— Iré al sillón...— Retrocedí decidido.

— Espera — Me alcanzó del final de la polera. Mis ojos se posaron en ella una vez más — No. No quiero que te vayas.

— Estaré cerca.

— No — Me interrumpió — Quiero que duermas aquí. Conmigo.

Percibía como la saliva descendía por mi garganta con detención.

— No creo que sea lo mejor.

— Por favor — Se aproximó a mí con rapidez — Quédate aquí, conmigo.

— Ok. — Divagué con la mirada perdida por todo el suelo. —...Debo ir al baño.

Pasé por su costado precipitadamente, antes de que fuese posible el que formulara alguna otra palabra. Mis piernas reaccionaron por si solas, en lo único que podía pensar era en abandonar ese cuarto pronto. Una vez llegué al dichoso baño, cerré a mis espaldas, mientras dejaba caer mi peso sobre el lavabo; Las venas se hacían presente con descaro en mis brazos, en tanto ejercía presión sobre la fría cerámica. ¿Cómo algo tan mundano podía afectar en mí a tal punto de hacerme temblar?

— Mierda.

Protesté, antes de mojar mi cara con ansiedad. El reflejo de mi silueta resaltaba por el vidrio de en frente.

Está bien. Solo es una noche. Solo una noche.

Sequé con brusquedad el resto de agua que sobraba en mi rostro con la polera de tirantes que traía puesta, para al final salir. La curiosa imagen de ______ acostada por encima de las sábanas, capturó mi interés apenas me adentré en la habitación.

Me acerqué con cuidado, tomando las sábanas para cubrirla. Al finalizar, pretendía dirigirme al salón, pero ella me sostuvo nuevamente por la parte trasera de la remera. Su mirada fue tan profunda y amena; provocando que mi pecho se encogiera.

— ¿Por qué? — Murmuró.

— No quería despertarte.

— No. — Soltó de la nada — Nunca he podido descubrir el porqué tu ojo izquierdo cambia de color cuando estamos a solas. — Un nudo se formó en mi garganta. — Dijiste que solo sucede cuando haces uso de tus habilidades pero, en este momento, no lo estás haciendo. Y aún así el color ceniza apareció.

— Es complicado — Bajé la vista.

— Sé que podré entenderlo.

— Ese es el problema — Fijé mis ojos en ella una vez más — Ni yo mismo puedo entenderlo. — Fruncí el ceño, para luego continuar — Hay algo en ti. Algo que hace nacer en mi interior cosas que están fuera de mis conocimientos. — Apreté la mandíbula — Algo de lo que no soy capaz de controlar.

— Entonces déjate — Interrumpió con impulsividad.

Nuestras miradas se cruzaron. Me senté en la orilla de la cama, en un torpe intento de evitar que mi pecho doliera por los intensos latidos.

— Deberías descansar — Desvíe la atención a mis manos — Mañana tienes que ir a clases. No quiero que Kelly venga hasta aquí.

Sonreí, consiguiendo que ella también lo hiciera. Al cabo de unos largos minutos la fuerza con la que me había estado sosteniendo se debilitó. Volteé la cabeza por sobre mi hombro, teniendo una perspectiva completa de sus facciones. Dormía tan plácidamente, me sorprendía lo cómoda que estaba con mi presencia. No recordaba la última vez que alguien se sintió a gusto a mi lado; no de la forma en la que ella lo hacía.

"Entonces déjate".

Su última frase se albergó en mi mente. Tal vez debería hacerlo.

Tal vez, sólo tenía que rendirme ante lo que ella hacía florecer dentro de mi.

"Let Me Sign..." † Mark Lee & Tu †  [SEGUNDA TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora