Capítulo 1

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Otra vez volvía a ser a Navidad y como siempre había intentado librarse de la maldita cena familiar que sus padres se empeñaban en celebrar. Al menos este año habían tenido el acierto de cambiar de ambientación eligiendo uno de los hoteles más lujosos de su peña ciudad natal.

Había conducido durante horas para poder llegar a tiempo a la dichosa cena, además de haber tenido que trabajar durante más de diez horas porque al maldito explotador de su jefe le había dicho que tenía que ordenar todos los informes anuales antes de irse a casa. Y para más fastidio ella no había hecho aún las compras de Navidad. Así que intenta abrirte paso en un centro comercial a última hora del día.

Había sido un día de locos y aún le tocaba intentar sobrevivir a la maldita cena. Al menos intentaría escabullirse en cuanto nadie se diese cuenta, no es como si la fuesen a echar de menos pero a sus padres le gustaba vivir mostrándole a todo el mundo que eran una familia feliz, cuando en realidad nadie se soportaba.

En ese momento el teléfono móvil volvió a sonar.

-Madre es la quinta vez que me llamas en menos de media hora, tardaré al menos otra hora más en llegar, la carretera no está en las mejores condiciones.

-Si hubieses venido hace una semana, como lo hizo tu hermana, no habrías tenido problemas -ya comenzaba con sus odiosos reproches.

-Si tuviera todo el tiempo del mundo como tiene ella quizás lo hubiera hecho.

-Si te casases con un buen hombre como ha hecho ella entonces ahora no tendrías que estar conduciendo y llegando tarde a la cena de Navidad.

-Gracias por tus consejos, quieres algo más a parte de decirme en todo lo que no me parezco a mis hermanos.

-¿Qué ropa traes puesta?

-¿Importa?

-Por supuesto que importa, es la cena de Navidad de la familia Wende, no puedes aparecer vestida como una pordiosera.

-Entonces no te importará que lleve el traje de carnaval del año pasado.

-Quizás para ti esto no sea serio pero yo llevo organizando esta cena durante medio año, no voy a dejar que arruines todo el esfuerzo que tu hermana y yo hemos dedicado.

-Por supuesto, pero entonces hubiese sido mejor que no me obligases a ir.

-Haré como que no he escuchado nada. Al entrar en recepción pide la llave de la habitación 112, es la tuya, te he dejado un traje adecuado para la ocasión. Te esperamos en una hora, no te retrases.

Odiaba a su familia ni siquiera sabía porque este año había vuelto a dejarse convencer para ir, maldita conciencia y maldito chantaje emocional. Este año había sido su hermano mayor el que había decidido chantajearla con el cuento de que quizás fuese la última vez que todos estuviesen reunidos.

Estaba segura de que el traje sería horripilante, la última vez que su madre le había comprado un traje había sido hacía años. Y lo recordaba tan bien que desde aquel instante no dejó que ella nunca más escogiese su ropa.

Maldita sea, iba a ser la noche más larga de su vida.

Un regalo con retrasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora