Quizás lo que más me marcó fue perder un poco de mí en tí, en nosotros.
Quizás fue la tontería de seguir aquí sentada esperando a que vuelvas lo que me mantenía con ganas de seguir, en un continuo pilla pilla en el que o no parabas o acababas mal parado ;
quizás la definición de locura es que siga aquí sentada, mientras tenía cientos de momentos en los que construías muros que me apartaban del resto, que me tenían aislada, cuando a pesar de saberlo, me quedaba callada ;
viste el dolor en mis ojos oceánicos y no sentiste nada.
Hasta que se quedaron en desiertos, hasta que no hubo vuelta atrás, cuando esos desiertos ya no querían ser encontramos por alguien como tú ;
Desde ese momento desapareció un paisaje, un rostro familiar que me devolvía a la rutina, una diferente por que hoy todo lo blanco se volvió tiniebla en un día soleado.
Mi soledad dió tantas vueltas por encontrarme un rumbo que acabó mareada.
Te duele hasta que tus lágrimas cicatrizan la herida, sabiendo que aunque la esté tapando una gasa, la herida sigue abierta y sangra por dentro.
Dejé de viajar en tus ojos para viajar en mi océano de dolores, de temores en el que sólo hubo oscuridad.
Fuimos víctimas de la sociedad, por que aunque estábamos a metros nos separaban continentes..
Así lo recuerdo, cuando esa noche, mi corazón se volvió hielo y tus ojos desprendían llamas, las mismas que un día ardían por mí, las mismas que se acuerdan de que hoy ardemos en diferentes infiernos.