Todo empezó el primer día de clases de dibujo. Llegó al pequeño local alquilado por la profesora y se sentó en una silla cualquiera por en medio del aula. No era de los primeros en llegar, pero consiguió un buen asiento. Acomodó todas sus pertenencias y a continuación los materiales básicos que seguramente necesitaría. Una vez lo tuvo todo preparado,como sabía que aún faltaba un rato, empezó a hacer esbozos. Tardó poco en darse cuenta de que nada de lo que estaba haciendo le llamaba la atención para nada, así que paró y levantó la mirada por primera vez desde que se sentó. La clase estaba llena, sobretodo de chicos, que conversaban entre ellos animadamente. No pudo evitar escanear el aula. Cada uno tenía una personalidad y un estilo diferentes, pero se llevaban muy bien. Eso le impresionaba bastante, como las personas para algunas cosas son intolerantes y para otras aceptan la diversidad de opiniones. Por supuesto, también depende de la persona. Ella dejó de divagar en esos pensamientos y continuó observando.
Una chica le llamó la atención.
Ella era de estatura media, pelo largo plateado las cuales no podía ver donde empezaban exactamente debido al gorro que llevaba puesto. Llevaba puesto un top de encaje y unos pantalones cortos, ambas prendas de color negro y una especie de chaqueta fina sin mangas de color blanco. Llevaba puestas unas zapatillas de caña alta. No usaba gafas y no llevaba apenas maquillaje, solo tenía los labios pintados de un rojo oscuro, que resaltaba con su color de piel, ella tenía un tono bastante claro.
Dejó de observarla cuando empezó a sentirse una acosadora, y suspiró aliviada al ver a la profesora entrar.
Es difícil enseñar y evaluar arte ya que siempre hay mucha subjetividad y que ella intentaría hacerlo lo mejor posible. Eso nos dijo la profesora. Como primera tarea nos asignó hacer un dibujo que representara algo para nosotros, para así conocernos mejor a nosotros y a nuestro estilo de dibujo. Al salir, se enredó con su bolsa y casi besa el suelo. Por suerte, sus reflejos no le fallaron esa vez y pudo recuperar el equilibrio aguantándose en la mesa. Varias personas se la quedaron mirando pero solo tres decidieron acercarse. Una de ellas era la chica que le había llamado la atención.
—¿Estás bien? —la chica colocó la mano en su espalda, la cual resultó cálida y amable
—S-Sí, gracias -sonrió sin mostrar los dientes y recogió sus cosas. Miró a los dos chicos que se acercaron y también les sonrió de igual forma-soy un poco torpe —dijo soltando un suspiro.
—A todos nos puede pasar —dijo la chica moviendo la mano quitandole importancia —Me llamo Alex.
—Arabella —Contestó.—Es un placer.
Alex le presentó a sus dos amigos, Evan y Jason. Ambos eran delgados, altos y tenían los músculos levemente definidos. Evan tenía el pelo negro con un flequillo que casi le tapaba los ojos y un estilo algo rockero, mientras que Jason tenía el pelo bastante más corto y un estilo más casual.
Invitaron a Arabella a tomar algo, pero ella no llevaba dinero encima y se negó, contándoles que no tenía nada de dinero encima, pero ellos se ofrecieron a pagarlo entre todos. Finalmente, aceptó, pero dijo que solo los acompañaría, no tomaría nada.
Llevaban ya un par de horas hablando animadamente dentro de esa cafetería tan acogedora cuando la madre de Arabella llamó. Ella se apartó para contestar y, tras una serie de reproches por parte de su madre, colgó y se acercó a sus amigos
—Yo debería irme ya, tengo algunas cosas que poner en orden antes de que se acabe el día y ya es algo tarde —dijo mientras recogía sus pertenencias.
Los demás también se levantaron para ir recogiendo y despedirse también. Al salir se despidieron y cada uno se fue por su lado, con la casualidad que ella y Evan iban por el mismo camino. Hubo unos minutos de silencio hasta que finalmente él lo rompió.
—¿Donde vives? Digo, si vamos por el mismo camino, tal vez vivimos cerca el uno del otro —dijo mirándola con curiosidad. Arabella iba mirando el suelo, pero entonces miró a Evan inclinando la cabeza ligeramente.
—Pues la verdad es que se ve desde aquí. Es ese edificio —dijo señalando un bloque de pisos aparentemente descuidados, pero tenía su encanto. A Arabella le gustaba vivir ahí por dos cosas: la escalera de emergencia desde la cual se pueden ver muy bien los atardeceres y las estrellas y su habitación, de la que raramente salía porque tenía lo básico para subsistir, además de una ventana que daba a las calles de la ciudad por la cual miraba bastante a menudo en sus noches de insomnio.
—Oh, eso está bastante cerca de donde yo vivo —Sonrió Evan y señaló un edificio que estaba prácticamente enfrente del suyo, algo más a la derecha. Estaba mucho mejor cuidado estéticamente que en el que vivía ella, pero también estaba bastante hecho polvo. Los dos se miraron.
—La escalera de emergencia da hacia tu edificio. ¿Es posible que nos podamos ver desde nuestras casas? —dijo Arabella riendo levemente. Evan sonrió encogiéndose de hombros.
Finalmente se separaron. Arabella llegó a casa y se metió directamente en su cuarto. Tiro la bolsa encima de su escritorio y miró por la ventana. Se quedó ensimismada mirando el tráfico cuando de repente un flash la cegó. Puso la mano delante de sus ojos y buscó de donde venía aquella luz. Dirigió su mirada al edificio de Evan y se encontró al chico saludándola con una sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Starry night [editando]
Подростковая литератураTodo empezó en clase de dibujo. Sí, cuando casi beso el suelo, ¿te acuerdas? Conocí a unos amigos geniales, que me sacarían de mi aburrida vida en la cual lo único bueno que tenía eran las vistas que había desde la escalera de emergencia. ¿Te acuerd...