🌸Ocho

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Llevó aquel vaso en dirección a sus labios, bebiendo hasta la última gota. El amargo sabor a vodka le quemo la garganta, pero aquello no pareció importarle, no en ese momento cuando tenía algo mejor por lo que preocuparse; Y es que, verle en aquel lugar le paralizó, en un inicio no pudo reconocerlo, creyó que simplemente no se trataba de la misma persona, pero ante las afirmativas de Kanon tuvo que aceptarlo, para que negar algo que estaba más claro que el agua.

Se limpió la boca con tosquedad, el alcohol comenzaba a inundar su sistema. Era ya su décima copa, y mañana daría clases. No podría presentarse así, claro que no.

Dejó el vaso ya vacío sobre la encimera, para después pedir la cuenta. No se molestó en si quiera buscar al idiota de su amigo, bien sabía que se estaba divirtiendo a lo grande. Es más, hace ya tres horas que no le veía. A paso torpe salió de aquel mal oliente lugar, una vez localizado su auto caminó a paso rápido, importándole muy poco si se caía, lo cual pasó.

— Task… Maldición. —A como pudo logró ponerse de pie. Sin dudarlo, fue una mala idea beber tanto; Y más aún, por culpa de ese idiota, el cual no valía la pena, es más, nunca tuvo que interesarse en su persona e ir a buscarle donde según Kanon ‘trabajaba'.— Mocoso estúpido. —A tropezones logró llegar, una vez dentro y frente al volante se acordó de algo.

Las llaves, ¿Dónde estaban?

Se llevó ambas manos a la cabeza, revolviéndose el cabello con frustración, ¿En qué momento las perdió?

Oh, oh.

— Joder contigo Kanon .—Vocifero más que molesto, la rabia, y sobre todo la impotencia le dominaron. Y entonces, solo entonces, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mojando en el acto su rostro.

«Estúpido», se dijo.

No valía la pena recriminarse por algo que no pudo cambiar, porque no era culpable, no lo era.







[…]

Una hora después ya con las llaves en la mano ingresó al automóvil y arrancó, no sin antes clavar sus turquesas en aquel par de hombres que, intencionalmente le hirieron una vez más; Abriendo aquella herida que creía estaba cerrada, pero que sin embargo sangraba.
Y mientras desaparecía en la neblina y el frío de aquella madrugada, la imagen que hace poco observaba se distorsiono; Aquel delicado joven ante el atrevimiento del moreno le estampó una dura cachetada, la cual le dejo con el rostro de un lado. Y mientras se alejaba solo pudo escuchar su risa maliciosa decirle:

— «No escaparas de mí, precioso, no lo harás».

Un escalofrío le recorrió por completo, y el cual, le hizo temblar, sin más se montó en la motocicleta. Alejándose de aquel hombre que le prometió todo, mas no le cumplió nada; Cayendo en sus garras cual cordero inocente, sucumbiendo a la pasión carnal y a las promesas falsas, dejando a aquel que si le amo atrás, hiriéndole en lo más profundo.

Se colocó el casco y se perdió en la desolada calle, con el pecho oprimido y el corazón desgarrándosele.

Lo siento, lo siento… tanto —susurró al viento. Quien se llevó aquellas palabras, negándole a alguien ser escuchadas.

Porque ya era tarde, muy tarde para arrepentirse. No podía volver y mirar atrás, ya no.




[…]

8:00 pm

El timbre resonó en toda la casa, avisando así que alguien llegaba.

Sonrió sancarronamente.

A paso elegante abrió la puerta, encontrando a quien espera al frente de esta, le inspeccionó de pies a cabeza. Arrugando la nariz ante su vestimenta pregunto:

— ¿Y esto? —El más bajo alzó una ceja e ingreso apartándole de un empujón. Una vez dentro, la calidez del lugar lo acogió. Negándose a retirar el suéter, tomo asiento en el gran sillón de cuero, cruzando las piernas, una sobre la otra; Con una mano sobre la rodilla y otra sujetando su mentón, mientras acariciaba el lóbulo de su oreja con el pulgar, donde un pendiente de plata relucía. Y mirándole de forma atrayente, sin una gota de timidez habló.

— ¿Qué se le ofrece profesor Skorpio? —La sonrisa coqueta de sus labios y la mirada oscura le movió algo, y no precisamente el corazón.

Relamiéndose los labios le acompaño, sentándose lo más cerca posible de aquel chico, tratando inevitablemente de intimidarlo.

Lo cual, no funcionó.

Sonrió, tratando que la mueca de disgusto en su rostro no fuera visible.

— «A tí, desnudo, de piernas abiertas contra la pared mientras te penetro».

Vaya mierda.

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¿Qué les pareció?

Un nuevo personaje reapareció en la vida de Milo ¿Quién sera?


— Cami.

Profesor Skorpio © °Milo & Camus°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora