Capítulo 2 - Raíces

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Menlo Park, California. Septiembre del 2011

Poco a poco comenzó a recobrar sus sentidos; el movimiento constante del vehículo le obligó a abrir sus ojos. Tomó un momento para aclarar su vista y observó con detenimiento por la ventana del auto; lo que vio le pareció tan desconocido cómo lo que había visto antes de cerrarlos. Recorrían una gran intersección en medio de la autopista, la carretera cruzaba más adelante por debajo de dos grandes puentes que permitían el flujo del tráfico. Tomaron una salida curva a la derecha poco antes de pasar por debajo para dejar la autopista Junípero, el camino formaba un enorme círculo hasta conectarse con uno de los puentes por los que habían pasado. Se incorporó de nuevo y estiró los músculos según le permitió el espacio en la cabina. El asiento resultaba bastante incómodo para dormir, pero se encontraba agotada; aquellos habían sido dos días realmente largos, tanto como para inducirle al sueño en un viaje de menos de una hora. Llevó sus manos a sus oídos para retirar los auriculares que llevaba, pues se había recostado sobre ellos al dormirse.

Su padre notó por el retrovisor que había despertado y extendió su brazo hacia atrás en su dirección, Jules tomó su mano en respuesta; aquello era simple, pero era una costumbre que tenían. Su madre se dio cuenta también de que había despertado y volteó atrás hacia ella; pudo notar una pista de emoción dibujada en la expresión de su rostro.

- Ya estamos cerca, cariño. ¿Qué te parece el vecindario?

El auto se detuvo ante la luz roja de un semáforo en la primera intersección que se encontraron, lo que le dio suficiente tiempo para dar un vistazo. No habían muchos edificios alrededor, en su lugar habían amplias zonas de césped verde y árboles de baja altura. A su izquierda pudo ver un extenso complejo con dos edificios que parecían hoteles, rodeados de una gran zona de parqueos; entre aquellos autos, el más antiguo tendría quizás cinco años solamente. A su derecha, se veían algunas casas lejanas; todas con acabados muy finos y patios muy amplios. La luz cambió de vuelta y el auto continuó avanzando.

- Bastante caprichoso. - respondió.

Lo cierto era que aquél lugar le resultaba un tanto surreal, todo aquello lo era. Ante circunstancias diferentes, todo esto habría sido un sueño cumplido; pero ahora no le parecía como tal. De niña, Jules solía fantasear con vivir en una casa igual que aquellas y ahora las tenía frente a ella. A decir verdad, era lo inesperado de la forma en que todo estaba ocurriendo lo que le hacía sentirse así. Tan solo un mes atrás, su vida estaba transcurriendo de manera ordinaria; incluso había iniciado el curso en la que hasta ese momento era su escuela, tenía planes para el resto del año y ahora debía dejar todo atrás. Nunca fue del tipo de chicas que lleva su agenda ordenada, pero ocasiones como un cumpleaños siempre debían ser planeadas con anterioridad; de cualquier forma, sus planes no importaban más, todo había cambiado por completo.

De pronto el vecindario le había dejado de parecer interesante, estaba harta del viaje. Habían iniciado a empacar hacía cuatro días, mas la noticia la había recibido solo una semana atrás; empezando por las cosas menos necesarias, dejando de último lo indispensable, poco a poco fueron retirando todo. Recordó entonces los últimos momentos en su casa, aquél lugar se encontraba vacío pero dentro guardaba tantas cosas; cada marca en la cerámica, cada pequeña mancha en la pintura, todo estaba lleno de su familia y de los momentos que pasaron ahí; también eso debían dejarlo, había más en esa casa de lo que podían empacar. Una vez cargaron los camiones con las últimas cosas, debían ir al aeropuerto para volar a California, rumbo al hotel. Podrían haberse alojado en cualquier cabina en los alrededores pero su padre insistió en que no podían arriesgarse a tener un atraso y que debían estar en Menlo Park antes de que los camiones de mudanza llegaran. Lo cierto es que aquella excusa no la había convencido; en el mejor de los casos, serían dos días de viaje por carretera y aún debían de esperar a que estos llegaran a California antes de que pudieran irse al nuevo vecindario. Desde lo ocurrido, su padre no había estado tranquilo y la verdad es que ella tampoco; pero todo resultaba demasiado precipitado. Simplemente había llegado un día luego del trabajo hablando de una mudanza de la cual ella no había escuchado hasta entonces, su traslado había sido aprobado y sería reubicado en un banco de la misma línea en la cual trabaja. Su hermana fue lo primero que saltó a su mente al escuchar el lugar; casi en respuesta su padre continuó diciendo que gracias a eso podrían volver a estar juntos como familia. Carol había sido aprobada en la universidad de Stanford y se había mudado hacía un tiempo ya. Aquello le había alegrado realmente y hasta la fecha seguía dándole ánimos, pero a diferencia de lo que dejaba atrás, a Carol no la perdería debido a la distancia.

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