Mi jardín rosáceo

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Prosa poética

Y la rosa más Afrodita pereció a pesar de los cuidados.

El reloj de arena proseguía con su marcha mientras los limbos foliares caían despacio y el tallo enrojecía a color ruina.

La lluvia volvía a plañir, regó los rojos pétalos fusionándose con el reseco carmesí.

El delicado verde se partía bajo mis dedos volviéndose minúsculas partículas, al son del sigilo del jardín.

Lo último que quedó por decir era:

—Que tu imagen perdure en vida a través de la muerte, que arda tu materia y el Rey de Cenizas vea tu polvo ser un nada atestado, para alcanzar tu final deseado.

Dicho aquello, te arranqué desde la raíz para que no te ancles al mundo vivo entre callados lloros bajo el débil colorido melancólico del día, respetuoso ante mi pérdida.

Observé mi pedúnculo entre la tristeza, el tallo venoso se volvía grana, las venas expiraban.

Me acecha, mi lecho de reposo estaba preparado.

Nos volveremos a ver, Rosa mía.

Nos volveremos a ver, Rosa mía

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Dedicado a ConstanzaUrbano98

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