Parte 2

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El gran Kim JiWon me miraba como si yo iluminara todo su mundo.

Y mentiría si dijera que eso no halagaba mi ego. Quiero decir, ¿acaso no soy tan afortunado?

Cuando entramos en la galería, que honestamente hablando parecía más un club nocturno que una pretenciosa galería de arte, la mayoría de las mujeres y algunos hombres lo miraron de arriba abajo, desnudándolo con los ojos. Sin embargo, él solo tenía ojos para mí.

—La gente está mirándote—le susurré cuando entramos.

JiWon miró a su alrededor, y por supuesto toda la gente fingió no estar mirándolo. Así que miró su chaqueta, buscando una mancha o algo.

—¿Por qué?

Realmente no tenía ni idea.

—Porque eres tú.

Negó con la cabeza, restándole importancia.

—No seas absurdo.

Nos detuvimos ante el primer cuadro del recorrido.

—Hablando de absurdo...

JiWon se rió entre dientes.

—Compórtate.

Estábamos frente a una pared con una pintura que parecía haber sido hecha por un niño de cinco años. O por un mono. Un mono de cinco años que había recibido una caja de crayolas, un lienzo en blanco y un poco de LSD.

—Pensé que era ilegal darle a los primates drogas ilícitas.

JiWon inclinó la cabeza observando con detenimiento la pintura, luego, lentamente se volvió hacia mí.

—¿Qué?

Ahora era mi turno de reír.

—No importa.

Pero JiWon estaba paralizado por esa pintura. La miró por un largo tiempo, inclinando un poco más la cabeza, pero sin apartar los ojos de la obra maestra que estaba frente a nosotros. Me quedé diligentemente junto a él, dejándole observar en silencio.

Nunca había sido un amante del arte. Del diseño gráfico, sí. En un museo o galería de arquitectura, amaría cada segundo que pudiera estar allí. Pero el amor por las pinturas y las esculturas, simplemente siempre me había eludido.

Claro, podía apreciar el arte como lo que era, pero no era ningún conocedor.

JiWon, por otro lado, estaba absorto. Y de esa forma nos trasladamos a la siguiente pintura, luego a la siguiente, y nuevamente se quedó en silencio, solo admirando cada detalle.

Dos eran de colores brillantes, una con trazos libres, la otra con placas en capas que formaban una imagen más grande. La tercera era un pedazo negro, gris y blanco, con nada más que rayas verticales que de alguna manera formaban la cabeza de un hombre. Una salpicadura roja llamativa hacia parecer que el hombre se había volado los sesos.

Lindo.

JiWon la observó con admiración como lo hizo con la pieza pintada por el mono-drogado y la pieza tropecé-con-un-bote-de-Lego. Respiró profundo, como si inhalara el sentido de la vida.

—¿Qué es lo que ves en ella?— preguntó, dando un suave movimiento de cabeza hacia la pintura.

—Está... bien— me permití un momento de pausa —Como salido de la película El silencio de los inocentes.

JiWon resopló, pero todavía no quitaba los ojos de la pintura.

—Nunca dejo de sorprenderme por lo que sale de tu boca.

Epilogue: RETRO-fit ❀ Double B [iKON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora