Era ya la segunda vez que me metían en prisión, para peor todo por un maldito mal entendido. En la camioneta donde nos trasladaban había una mujer algo más joven que yo; la apodé como Corderito pero su nombre era Grace. Estaba pensando en lo injusta que estaba siendo su vida, pues la inculpaban por la muerte de alguien que ella no asesinó y se me ocurrió que quizá en la cárcel iba a protegerla, pero unos ruidos interrumpieron mis pensamientos. Primero balas, después dos hombres abrieron las puertas y se llevaron a Grace; a mí me dejaron escapar.
Empecé a correr con todas mis fuerzas, afortunadamente aún no estábamos lo suficientemente lejos de la ciudad. En cuanto vi al primer taxi me subí y le ordené que me llevara a lo que yo llamo mi guarida secreta. Era un lugar apartado de todo y de todos, un lugar en donde les sería casi imposible encontrarme. Allí me quedaría un par de horas, prepararía todo y luego me iría del país.
- Aquí doble a la izquierda por favor y siga derecho un par de cuadras más.- Le indico al chofer.
No podía parar de pensar en Corderito. Primero una condena injusta y ahora un secuestro sospechoso, y estoy segura de que no era de esos de rescate, pues había oído las voces de esos dos hombres antes y no eran para nada cordiales. Los Tomilson. Los oí decir algo sobre que ellos los mandaron, quizás si los encontraba, encontraría a Grace. No, ¿qué estaba pensando? yo no era una heroína y no tenía por qué ir a salvarla. Pero ella, todavía tenía una vida por delante, y yo ya estaba arruinada, quizá podía ayudar a que alguien fuera feliz antes de que me volvieran a encontrar y arrestar. Al menos así podría quitarme un peso de mi conciencia.
Le ordeno al chofer que se detenga y me bajo del taxi, él me comienza a gritar que no le he pagado pero comienzo a correr. Le pedí unas monedad a una mujer que iba pasando y afortunadamente me las dio; me dirigí a un teléfono público y marqué a un contacto que me había ayudado en muchas situaciones en mi vida. Le pedí que me consiguiera la dirección de los Tomilson y que me la diera en una cafetería que se encontraba del otro lado de la cuadra en donde me encontraba, junto con algo de dinero. Me fui a la cafetería y me senté en una mesita del fondo. Media hora más tarde él se encontraba sentado frente a mí.
- ¿Lo pudiste conseguir?- le pregunto.
- Claro que sí, de lo más fácil que me has pedido hacer.- me entrega un sobre con la dirección y el dinero dentro- ¿Puedo preguntar qué piensas hacer ahora?
- Lo siento, no puedo contarte. Pero seguro ya te enterarás en algún momento. Bueno, ya me voy.
- ¡Espera!- me detiene agarrándome el brazo- Ten, seguro la necesitaras.- me tiende un arma y una pequeña cajita de balas. La miro por un segundo y luego me la escondo en la cintura. Obviamente no iba a llamar a los policías cuando llegara allí así que supongo que él arma sí me serviría. Me dirijo a la calle para pedir otro taxi. Al subirme le digo que me lleve a la dirección que me acaban de dar. Estaba más lejos de lo que esperaba. La casa era enorme, tenía dos plantas y se veía como la casa de una familia feliz. ¿Porque querrán a Grace?
Me bajo del taxi y camino hacia la casa. Miro por una de las ventanas que al parecer dan a la sala pero no veo a nadie. La puerta estaba sin llave así que entro silenciosamente. Me sentía como un detective. Registro las habitaciones sigilosamente pero no hay nadie. Estoy por irme cuando veo una puerta que parece ser de un sótano. La abro y escuché unas voces.
- Vemos que no quieres decirnos la verdad Grace. Deja de decir que lo que dijo Caroline es mentira porque todos sabemos que te equivocas.- Caroline, conocí a alguien llamada así- sabemos que tú lo hiciste pero como no quieres colaborar tendremos que matarte.
Bajé un poco más la escalera para poder ver bien. Ella estaba sentada en una silla atada en las extremidades, se notaba que la habían golpeado. El señor y la señora Tomilson se encontraban parados frente a ella. El hombre tomó el arma y apuntó a su cabeza, pero antes de que pudiera disparar, una bala que salió de mi arma le atravesó el pecho; se tambaleó un poco y luego cayó al piso. La mujer miró en mi dirección asustada y sorprendida, pero ese gesto tampoco duró mucho porque mi arma también la atacó. Grace comenzó a gritar y bajé para que pudiera verme.
- Tranquila. Tranquila corderito soy yo.- Me acerqué y le quité las sogas que la ataban.
- ¡Oh por dios! ¡Gracias!- lloraba- Gracias en serio.
- Tenemos que irnos ya
Ella asintió con la cabeza, subimos la escalera y nos dirigimos a la puerta de entrada.
- Espera -me dice y se dirige a la cocina.
Cuando vuelve veo que tiene las llaves del carro de los Tomilson. Le sonrío y vamos a la cochera.
Una vez en el auto me pongo en marcha al aeropuerto. Una idea loca cruza mi cabeza y me tenso. No, no puede ser ella. Pero no hará daño que consulte, ¿verdad?
- Oye...Grace
- ¿Sí?
- ¿Por casualidad sabes el apellido de esa tal caroline?
Me mira con curiosidad.
- McAdams, ¿por qué?
No, no, no
- Por nada.
Esa idea que tenía en mi cabeza era cierta. ¿Por qué mi hermana habrá hecho algo como eso? siempre supe que era mala persona, nunca tuvo un buen ejemplo a seguir, pero jamás creí que sería capaz de hacerle a alguien lo que le hizo a Grace. Carolina y Shannon McAdams, las hermanas que habían tomado las peores decisiones en su vida.
De todas formas en el poco tiempo que había conocido a Grace le tenía más afecto del que le había tenido alguna vez a mi hermana. Esa ingrata mujer que me había hecho la vida imposible y me había llenado de problemas. Quizá ya era hora de que tuviera su merecido, quizá el arma aún tenía una bala más.
- En el aeropuerto compraremos dos boletos a cualquier parte del mundo, pero no pueden ser ambos el mismo destino Corderito. Tú ve a reconstruir tu vida a alguna parte. Yo aún tengo una cosa más que hacer.
Supe que Grace intuyó a qué me refería, pero no le di importancia. Fijé mi vista en el camino y seguí conduciendo.
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Señorita McAdams
Short StoryHistoria corta. Una mujer da su declaración en el juzgado sobre un asesinato. "Siempre supe que la relación entre Jaden y Grace era algo extraña, algo inusual. Pero nunca sospeché nada. Creí que era normal, que así eran ellos. Debí haberle hecho ca...