Capítulo único

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Advertencia: Para evitar tocar sensibilidades, advierto que este fic toca temas como la depresión y el suicidio.

Así que por favor, tengan discreción.

.

La brisa fresca de la primavera le agitaba el pelo, sus dedos tocaron la barandilla del techo de la escuela. Izuku había subido muchas veces ahí a almorzar con tal de tener al menos un poco de tranquilidad y evitar las burlas de sus compañeros. Sus pies se subieron al pequeño muro y miró hacia abajo, los estanques de peces se veían bastante lejanos, teniendo en cuenta que se encontraba en un cuarto piso. Los estudiantes salían, algunos se quedaban hablando con sus amigos.

Izuku nunca pudo sentir esa camadería ahora grande, la última vez que lo medio sintió, fue a los cuatro años.

Una lágrima recorrió su mejilla pecosa, su corazón latiendo con fuerza y su mente alentándole a hacer aquello.

No era la primera vez que lo había pensado, solo se creía demasiado cobarde para hacerlo, por eso se lastimaba, por eso enterraba sus uñas en sus brazos hasta sangrar y dejarse marca y más de una vez se encontró en la cocina con un cuchillo en su mano.

Vamos, Deku. No seas cobarde.

Lánzate.

La voz en su cabeza hablaba, era una voz que salía bastante a menudo. Que lo llamaba por aquel apodo tan denigrante y lo hacía sentir peor de lo que el resto de chicos de su clase hacían sentir.

Era muy frecuente, y aunque Izuku sabía que era, no había querido decirle a su madre por miedo a hacerla sentir peor.

Porque él era un desastre, era una preocupación constante para su madre.

Por eso su padre tampoco volvía mucho del trabajo a verlo, porque Izuku era un desastre, no valía la pena.

Suspiró, las lágrimas corrían por sus mejillas mientras apretaba el barandal. Lo iba a hacer por fin.

Tal vez lo que le había dicho Kacchan había sido el detonante para al menos estar ahí, sobre el techo. Tenía razón, tal vez podía reencarnar, tal vez podía obtener un quirk en su próxima vida.

Se lo imaginó: Tal vez fuerza, tal vez fuego, tal vez alas...

Izuku sonrió y cerró sus ojos.

Su pierna pasó el barandal.

.

Izuku se quedó sin amigos a los cuatro años.

Cuatro era una edad muy importante para los niños, además de saber si eran parte importante en la sociedad al conseguir un quirk, o si eran de la parte triste que no tenía uno.

Tener o no quirk no te decía si serías marginado o popular, pero la gente que te rodeaba y el cómo te trataban era los que lo decidían.

Tal vez Izuku cometió la equivocación de enfrentarse a Kacchan. Querer ser un héroe cuando no podía serlo. Dejar de ser amigo o más bien seguidor del niño más popular para convertirse enseguida en su víctima.

Izuku no quería meter a nadie en problemas, por eso, no dijo nada. Le decía a su madre que su uniforme llegaba sucio por jugar, y ella al principio le creyó.

Porque era pequeño y los niños pequeños jugaban con tierra, y los chicles y la basura podían adherirse a la tela.

Qué los golpes en sus brazos eran por golpearse con las atracciones o caerse al suelo.

Detrás de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora