Una sonrisa algo irónica se formó en el rostro de Geoffrey. Miraba a su alrededor mientras rascaba su cabeza. Acababa de presenciar algo que pocas personas habían podido ver, una grieta del mundo.
Las chicas, por su parte, tenían reacciones diferentes. Ametsa quería gritar a los cuatro vientos lo feliz que estaba por el logro de su maestro, pero lo anterior fue algo terrorífico para ella. El simple hecho de pensar que esa grieta se los hubiera tragado, y que jamás pudiera ver de nuevo a su maestro debido a eso, hizo que inconscientemente se abrazara a si misma mientras temblaba un poco.
Algo similar pasaba con Darlina, sus pensamientos estaban hechos un lío. Todo lo que creía y se le fue enseñado desde que tenía memoria, se había derrumbado al presenciar este evento. Si quisiera contar lo sucedido a otro creyente, no importaba si era la princesa del reino, probablemente sería condenada mínimo a arresto domiciliario por herejía.
Kara por su parte, solo miraba con inquietud la zona en donde anteriormente estaba la grieta.
Era una escena lamentable la que mostraban.
—¡Bien!… —Un fuerte aplauso acompañó lo dicho por Fazil. Esto hizo que todos volvieran en si—. Ametsa, Kara, por favor preparen algo para que todos se relajen. No podré terminar de explicar si siguen en ese estado.
Fazil entendía perfectamente lo que esto significó. Su reacción cuando creó una por primera vez, era de emoción y alegría. Sin embargo, él estaba consciente de que muy pocos podrían seguir su ritmo sin perderse.
Un pequeño suspiró de resignación salió del mago quien miraba la escena frente a él. De haberlo sabido, no hubiera hecho lo anterior sin avisar.
Las chicas tardaron en reaccionar, pero pudieron acatar la orden y salieron rumbo a la cocina.
***
Habían pasado cerca de veinte minutos después de aquel evento. Todos, incluido Fazil, se encontraban sentados en los sillones de la biblioteca.
—Gracias —dijo el mago, quién tomaba la taza de té que le preparó Ametsa.
La dulce fragancia entraba en sus fosas nasales, haciendo que poco a poco su cuerpo se sintiera ligero y relajado. Justo lo que necesitaban los demás en este momento.
Kara era la que parecía ya estar bien, pues su aura alegre estaba de vuelta. Esto era perfecto para comenzar a disipar el negativismo que se leía en la atmósfera.
Ametsa preparó la taza de té para Geoffrey. Al entregársela, este se la tomó de un jirón.
—Quema, quema —se quejó. Luego pidió otra.
Darlina tomaba pequeños sorbos y solo miraba el líquido en su taza. Las dos sirvientas también se prepararon las suyas, y se relajaron.
En el centro de la mesa había un plato con galletas, pero el único comiendo era Fazil.
—Aterrador, ¿verdad? Esto es un hito histórico. No solo al fin he comprobado su existencia, también he aprendido a como crearlas —dijo con alegría, mientras se estiraba para tomar otra galleta.
—Danos un respiro. —Geoffrey al fin se dignó a tomar también una galleta. Ese té había ayudado bastante—. Pero cuéntalo, ¿cómo aprendiste a crearlas?
El miedo aún estaba presente en él. Sería difícil creer que el mejor guerrero de la humanidad pudiera sentirlo, no había manera de que ese pensamiento se le cruzara a alguien por la cabeza.
—La respuesta está en los mismos planos.
Darlina salió de su trance para prestar atención. Ella había reflexionado muchas cosas en este pequeño lapso de tiempo, y un suave rubor podía ser visto en sus mejillas. Cuando hizo contacto con los ojos de Fazil, recordó unos diálogos que compartió con él hace algunos años.
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Y bien... ¿Cómo termina un mago en una invasión alienígena?
FantasyFazil, es el usuario de magia más poderoso en su mundo, aunque él solo busca entender el funcionamiento de este, buscar el "¿por qué?" de lo que lo rodea. Recibir la gloria tras vencer al Rey Demonio, sería el sueño de cualquier guerrero, mago o cua...