Killer King || Hopev os.

Ｓｕｐｅｒｂｉａ

El alba recibió al pueblo de Daegú de buena manera. Los rayos del sol se colaron por las ventanas. El sonido de las aves revoloteando por las numerosas copas de los árboles, llegó como un sonido agradable a los más finos y críticos oídos, las mujeres se levantaban temprano para brindarle el desayuno de cada día a sus familias y despedir a sus esposos antes de que ellos desaparecieran en el camino, con diferentes destinos de trabajo. 

Daegú era un reino pacífico y comercial. No existía pueblo que pudiera invadir o amenazar al reino, siempre buscaban aliarse con ellos y llenarse de las exportaciones y materias primas que podían aportar. Recibían las temporadas de lluvia con anhelo, pues sus cultivos eran los más llamativos para diferentes regiones del país. Era, por esa razón, que Daegú pertenecía a los tres más grandes reinos de toda Corea, siendo el mejor proveedor de alimentos frescos y ganado. 

Pero, ¿qué había impulsado a un reino casi pobre y destruido años atrás, a convertirse en uno de los más diversos y ricos del país? Se podría decir que era por la perseverancia de los pobladores, pero sería mentir absolutamente, pues nada podía obtenerse si no se tenía a un líder sabio que pudiera dirigir a una población totalmente destrozada. 

Kim Minho se autoproclamó líder y rey de la región, siendo el único con la inteligencia suficiente para levantar a un reino lleno de pobreza. Como parte del agradecimiento de los pobladores, se decretó que la línea sucesoria del hombre sería quien lograra gobernarlos y llevarlos a la prosperidad, lo que sucedió por varias generaciones, hasta el último rey en tomar el trono: Kim Taehyung. 

— Es una buena mañana, rey — la voz de la sirvienta logró despertarlo, sintiendo la irritación inicial casi de inmediato, haciéndolo gruñir — lamento levantarlo, pero tiene muchas reuniones a las que asistir hoy.

—  No soy un viejo que se olvida de las cosas — entrecerró los ojos en dirección de la joven, quien solo le devolvió la mirada nerviosa — mejor, haz algo bueno y trae el desayuno hasta aquí.  

La joven se quedó de pie unos segundos antes de escuchar el tono molesto del mayor y salir corriendo para acatar las órdenes hechas por el nuevo rey. 

Era bien sabido que el nuevo rey no se comparaba a sus antecesores. Los rumores efectuados por la servidumbre siempre hablaban de él como un hombre mimado, caprichoso y soberbio. No existía persona que pudiera contradecir al joven gobernante, pues éste siempre se vanagloriaba de tener la razón. Siendo tan joven, había recibido la inmensa responsabilidad de gobernar al pueblo que su padre había mantenido con tanto esfuerzo. Tras el fatídico accidente de sus padres en tierras lejanas, Taehyung se vio obligado a tomar el poder y mantener a raya a los pueblos vecinos, quienes querían invadir Daegú constantemente, desde que se enteraron de la muerte de los anteriores reyes. 

Pero, el sentimiento de superioridad que sentía a menudo no era injustificado. 

Joven, inteligente, guapo y astuto como una serpiente, ese era Kim Taehyung. Su melena rubia era un contraste perfecto para su belleza y su imagen de alta realeza que poseía. No existía persona que no cayera a sus pies, ni que pudiera intimidarlo. Con una simple sonrisa, era capaz de hacer temer hasta el más alto funcionario enemigo, pues sabía de todo el poder que poseía y el gran ejército que no dudaría en dirigir para terminar con sus amenazas.. 

— Aquí está su desayuno, joven amo.

Tras ella, llegaron las mujeres que ayudarían al rey a vestirse y verse presentable para la reciente reunión con uno de los representantes de tierras vecinas. Como cada mañana, desayunó en silencio, se aseó un poco y dejó que las sirvientas se encargaran de su imagen personal (aunque a veces diera gritos y órdenes para cambiar algunos detalles que no le gustaban en absoluto).