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El despertador sonó exactamente a las cinco de la mañana, odioso como cada día del año escolar. Sakura había tratado de ponerle su canción favorita en lugar de el molesto timbre que traía su teléfono ya preinstalado. El resultado: Terminó odiando aquella obra de arte que consideraba una oda a la guitarra eléctrica.

Salió de la cama arrastrando sus pies hasta el baño mientras su reproductor de música comentaba a sonar y su bendita cafetera empezaba a llenar de un delicioso aroma todo su apartamento.

El día de ayer había ido al centro comercial a comprar un juego de tazas y cuando sus ojos se posaron en el bello termo negro que no pudo simplemente no comprarlo, era de color mate y sin ningún adorno o figura, ella tenía que tenerlo. Se sintió orgullosa llenándolo por primera vez de café, tarareando la última canción que había puesto.

Listo.

Estaba lista para poder ir a trabajar con sus pequeños alumnos. Lo de pequeños solo era en sentido figurado.

Odiaba el tráfico matutino así que serpenteó por varias calles menores hasta llegar al centro de la ciudad, aunque entre más se acercaba más difícil encontraba aquello, pero había hecho eso tantas veces que el recorrido ya le era familiar.

Había tenido que hacer malabares llevando su bolso, el café y el celular mientras contestaba mensajes de Ino, su mejor amiga, pero no le importaba. Los alumnos a esa hora eran muy pocos por lo que ni siquiera ocupaba voltear a ver los pasillos por donde iba hasta llegar al aula de maestros donde ya estaban algunos colegas.

—A veces olvido lo joven que eres, Sakura-Chan. Te vas a tropezar con algo si sigues caminando mientras mandas mensajes. —le regañó Kakashi.

—No te agobies, Kakashi. Solo el idiota de Naruto se cae cuando utiliza el celular —Para Sakura aún era extraño no agregar el "-sensei" después de decir su nombre, no se sentía como si hubieran pasado doce años desde que se graduó y ahora ella también tuviera un doctorado. Siempre le agradecería la recomendación personal que había dado Kakashi para que ella pudiera impartir la cátedra de literatura en la Universidad de Konoha.

—Llegas temprano, mi bella flor de cerezo —la exclamación del maestro de deportes había hecho que el resto de los profesores que ya estaban en la sala voltearan a verlo y Sakura quisiera esconder su cabeza debajo de escritorio, el profesor Lee era alguien demasiado... extraño.

—Buenos días, Lee. — terminó saludándolo, era la única manera en que el hombre dejara de mover las manos en todos los sentidos y el resto pudiera seguir su trabajo.

Sakura los observó mejor, a dos escritorios del de ella estaba Neji Hyuuga tecleando con avidez, supuso que había sentido su mirada porque volteó a verla y levantó el mentón en un saludo corto antes de continuar con su trabajo. Los exámenes no estaban muy lejos por lo que de seguro estaba formulando algo.

Shino Aburame, quien impartía biología estaba en la esquina pasando hojas de forma rápida mientras ponía señas rápidas con bolígrafo rojo, casi sentía pena por los alumnos, pero no abogaría por ellos, no después de que la mitad de los del tercer curso habían reprobado un examen bastante fácil que ella misma les había hecho hace apenas una semana.

Sonrió con maldad al recordar toda la tarea que les había dejado como castigo después de eso.

Siguió recorriendo con la mirada el lugar, buscando a alguien en específico pero el profesor de matemáticas no había llegado aún.

Coffee TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora