La cuna.

Prólogo.

Un pequeño se encontraba sentado en el comedor mirando una tarta a punto de quedarse dormido, el cansancio comenzaba a ganarle la batalla pero no quería darse por vencido. Deseaba que su padre llegara cuanto antes para comer la tarta que su niñera le había preparado como regalo, quería disfrutar de unos segundos con él.

La niñera observaba la escena desde la puerta conmovida por la voluntad del niño que, a pesar de todo, continuaba esperando a su padre. 

-Cariño, ¿no crees que deberías dormir? A lo mejor podéis desayunarla juntos mañana.

-Pero mañana ya no será mi cumpleaños...

-Mañana cumples siete años y un día, ¿no te parece un buen motivo de celebración?

El chico se quedó unos segundos mirando a aquella guapa adolescente que su padre había contratado un día a última hora y que, al parecer, le había agradado puesto que no paraba de pasar horas con ella. El niño comenzaba a sentirse confundido y, en ocasiones, no podía evitar pensar que ella era su verdadera madre.

-¿Te comerías la tarta conmigo?

La chica se sentó frente al niño y encendió las velas con una sonrisa tierna para cantarle el cumpleaños feliz, el crío se merecía que lo mimaran un poco al fin y al cabo. Le cantó todo lo bien que pudo, no era su fuerte, y aplaudió contenta cuando apagó las velas a la primera.

-Comeremos un cacho cada uno y nos iremos a dormir- le informó- y mañana nos comeremos otro en honor a tus siete años y un día, ¿qué te parece?

-Bien- sonreía el mocoso más feliz.