La Sonrisa de Justin

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Mi nombre el __________ (tn) Watson y esta es mi historia con Justin Bieber.

Justin podía hacerme sentir delirantemente feliz o enloquecida de ira, más rápido que cualquiera que yo hubiera conocido jamás, y cuando me sonreía, todo lo demás desaparecía y no podía evitar responder con una sonrisa en mi rostro. El tenía un millón de sonrisas, pero había una en particular que podía escuchar incluso por teléfono aunque estuviéramos a kilómetros de distancia. Era juguetona y perspicaz, cínica y sincera, reservada y confiada, y otras miles de cosas igualmente paradójicas, todo al mismo tiempo. Esa sonrisa me hacia reír cuando estaba resentida, perdonarlo cuando estaba enojada, y creerle aun cuando sabia que me estaba mintiendo. Esa sonrisa hizo que me enamorara de él: y eso era lo último que yo hubiera querido hacer.                                                                                                                                                                          Cuando él estaba enojado u ofendido o pensativo o escuchando, su rostro era como de piedra. Sin embargo, cuando sonreía, era como si yo pudiera ver directamente hasta su alma, y cuando lo hacía sonreír, me sentí maravillosa por dentro y por fuera.                                                                                                                                                                                Justin fue el primer chico a quien amé de verdad. En ocasiones, cuando me abrazaba y yo descansaba mi cabeza sobre sus anchos hombros, sentía que él podía escuchar mis más profundos y ocultos pensamientos. Sabía cómo decir las cosas en la forma precisa en que yo necesitaba escucharlas. Podía tocar mi rostro y mirarme a los ojos y decirme que me amaba con tanta ternura que yo no podía hacer otra cosa que creerle.

Él tomó el control de mis pensamientos desde la primera vez que nos tocamos. Yo intentaba concentrarme en mi carrera, mi familia o en otras amistades, pero no servía de nada. Me decía a mí misma, una y otra vez que él no era el tipo de chico que yo necesitaba en mi vida, pero cada día que pasaba lo necesitaba más y más. Me sentía sin control, asustada y emocionada. Por las noches me quedaba dormida pensando un sus besos y despertaba por la mañana con sus suaves y mágicas palabras sonando en mis oídos. En ocasiones me estremecía con sólo estar cerca de él. Entonces, él me rodeaba con sus brazos y volvía a sentirme tranquila y segura.                                                                                                                                                                                                                     Mis instintos estaban en un conflicto constante. Confía en él. No confíes. Bésalo. No lo beses. Llámalo por teléfono. No lo llames. Dile cómo te sientes. No, eso podría alejarlo. Después me preguntaba si eso no sería lo mejor que pudiera pasar. Si él se sintió asustado o inseguro, sólo pude notarlo una o dos veces. Al igual que sus demás emociones, nunca pude distinguir mucho qué tanto era su actuación para hacerme sentir o qué tanto era lo que en realidad sentía. Me fascinaba. Yo observaba sus ojos cafés y me preguntaba si él tendría alguna idea de cuánto control tenía sobre mí. Si lo sabía, nunca me lo demostró.                                                                                                                  Entonces, un día todo empezó a derrumbarse a mí alrededor. Él se había ido y, en medio del dolor me preguntaba si en verdad me había amado. Yo tenía demasiadas preguntas, y muchas cosas que decirle. Era como si el despertador hubiera sonado demasiado temprano y mi sueño hubiera desaparecido. Él se había ido, y lo único que me quedaba de todo lo que habíamos pasado eran algunas cartas y unos recuerdos de los que sentía demasiado orgullosa como para hablar extensamente de ellos. Mi corazón lloraba por él, pero mi mente me advertía que debía seguir adelante. Y, al final, eso fue lo que hice.                                                                                                                                  Aprendí más de Justin que de ningún otro hombre. Cuando, finalmente pasó el tiempo y me llegó la fortaleza, me vi obligada a tomarlo como experiencia y seguir adelante sin él. El tiempo ha pasado, la vida continúa y cada vez pienso menos en él. Pero algunas veces mi mente pierde el rumbo y me regresa a los dulces sueños de mi primer amor, y las imágenes de su sonrisa me persiguen. Amaba su sonrisa.                                                                                                               By: LoreBizzle.  espero que les guste. 

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2014 ⏰

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