Una ráfaga de gélido viento azotaba el gigantesco bosque de coníferas ubicado en la región de Tarya, una enorme extensión de tierra ubicada en el territorio nórdico del continente Faah'gar, en la cual habitan muchas especies de animales salvajes pero también horribles y peligrosas criaturas. Las copas de los árboles eran tan densas que la luz era escasa al interior del bosque y era casi imposible mirar a los alrededores. Un antiguo camino de piedra atravesaba aquél bosque, pero se encontraba totalmente desgastado por el paso de los años, incluso algunas raíces habían roto el camino y sobresalían de entre las piedras, obstaculizando el paso de todo aquel que transitara aquella ruta.
En aquél bosque caminaban tres hombres que iban vestidos con algunas pieles de osos y de otros animales, para cubrirse del frío que los azotaba. Los hombres cantaban y bebían aguamiel, dirigiéndose hacia Riverstone, una ciudad erigida a orillas de un río con el mismo nombre, considerada la ciudad más antigua de toda la región de Tarya, pues fue hogar de los primeros hombres del continente.
-Hace tiempo, mi padre me dijo que en Riverstone las enormes rocas alguna vez fueron gigantes que lucharon junto al rey Aaron Keleniant en la batalla de...
-¿Quieres callarte hombre? A nadie le interesan tus historias y cuentos de hadas. -lo interrumpió el más corpulento de los tres.
-No son cuentos de hadas, ¡maldito idiota! -replicó el muchacho.
-Cuida tus palabras muchachito, no querrás que te rompa los huesos o te atraviese con mi espada.
-¡Quiero ver que lo intentes! -el joven desenvainó su espada y la apuntó al rostro de hombre corpulento.
-¡Ahora verás! -también desenvainó su espada y rápidamente golpeó la de su compañero para des equilibrarlo. El chico reincorporó su espada y ambos comenzaron a pelear, el mas corpulento arrojó una patada a su contrincante des equilibrándolo un poco.
-¡Ambos guarden silencio! -dijo el más anciano de los tres.
-Lo lamentarás cerdo idiota. -gritó el chico al momento que golpeo su espada contra la de su rival.
-¡Dije que guarden silencio par de imbéciles! Me parece que tenemos compañía.
A lo lejos se veían cuatro jinetes con sus armaduras plateadas aproximarse hasta donde se encontraban ellos. En su pechera se lograba ver el emblema de un oso mostrando sus colmillos y sus garras.
Uno de ellos se acercó demasiado, con una mano sujetando la empuñadura de su espada. Mientras que los otros dos sostenían una bandera blanca con el mismo emblema de su pechera.-Veo que se están divirtiendo muchachos, lamento interrumpir tan... entretenida situación. Pero ¿qué los trae a Riverstone? -dijo el jinete.
-Nos dirigimos hacia Northville, pero Riverstone nos queda de paso y decidimos quedarnos a descansar aquí, además tenemos hambre, frío y... como ya habrá notado estamos un poco aburridos -sonrío irónicamente. -tenemos pensado hospedarnos en la posada de la vieja Marjorie para calentarnos y beber un poco antes de continuar.
-¿Cuál es el motivo por el que se dirigen a Northville? ahí no hay más que hielo, bestias salvajes y... los malditos enanos. - Dijo el jinete con desprecio.
-Tenemos una misión importante qué cumplir... Son órdenes de nuestro Rey, pero me temo que esa información no se las puedo proporcionar... Es algo clasificado. -el jinete de inmediato frunció el ceño, pero asintió. -Con su permiso caballeros, tenemos frío y queremos ir a calentarnos un poco.
Los tres comenzaron a caminar y detrás de ellos iban los jinetes que los escoltaban hasta la posada. El sol estaba a punto de ocultarse, el sonido de los grillos era cada vez más evidente y algunas luciérnagas comenzaban a iluminar el bosque con su brillante luz verdosa. Aquellos tres hombres por fin llegaron a Riverstone, ahí podían observarse cientos de gigantescas rocas, dispuestas verticalmente. Los pobladores aprovecharon su forma para convertirlas en sus hogares, las calles de aquel poblado estaban tapizadas con banderas de seda blanca con el emblema que portaban los jinetes que los acompañaban. Aquél emblema representaba a los señores de Riverstone cuyo apellido era uno de los más antiguos en el continente, los "Snowbear".
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Alan Wilson y las tres piedras rojas.
FantasyEs una historia que narra la vida de un chico, cuyo destino es unir las fuerzas del continente para detener a un enemigo en común, conocidos como las tres piedras rojas.