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-¿Qué crees que haces?— cuestionó el menor.— Por cierto, Tae...¿Cómo haz estado?

-Pensé que me odiabas, Jungkook.— rió bajito y miró al menor.— Todos se comportan raro conmigo, casi como si no existiera.

—Aún te odio.— susurró.— Pero... repentinamente quise abrazarte. Taehyung, ¿Qué está pasando?

—Oh, mi hermano se graduó hace unos años, ha estado un poco distante y bueno...

—¡No, idiota!— regañó.— ¿Por qué no puedo odiarte?— susurró.— Tú me dijiste gordo, tú me humillaste... tú... pensé que eras una buena persona.

—Jungkook...— El menor lo miró con rabia, apretó los dientes y sólo se fue. Su cabeza dolía, y un borroso recuerdo lo invadió.

El día cálido,y Jungkook a su lado, mientras contemplaban las hermosas nubes blanquecinas. El sol era cálido, casi podía sentirlo, y sus dos manos juntas. Negó suavemente y observó al castaño, el cual ya estaba lejos.

¿Qué pasaba?

Decidió volver a casa. Sus pasos eran tranquilos, pero... sinceramente estaba muy confundido. Su ropa estaba un poco rota, pero...¿Por qué? Él nunca había caído, que lo recordase. Su cuerpo dolía horriblemente. En cuanto llegó a casa, entró directamente al baño y lavó su cara. Dios, no parecía ser él. La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos.

—Oh sí, bueno... pagaré el arreglo floral después. ¡No olvide escribir Kim Taehyung!— El chico miró a su madre con una sonrisa, pero esta sólo colgó el teléfono y suspiró, antes de comenzar a sollozar.—

—¿Mamá? ¿Estás bien?— el más joven se acercó a su madre y le brindo un suave abrazo, pero esta simplemente siguió.—

Todos estaban extraños.

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Algunas dificultades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora