2.

8 0 0
                                    

De partida, no tenía ninguna gana de entrar a la Universidad, y que después un chico desconocido que parecía sacado de una secta satánica llegase a arruinarte el día, ya era el colmo ¡El colmo! Y no se trataba de un chico común y corriente, se trataba de un cabrón petulante y sin ningún tipo de modales.

—¿Me dirás que pasó Anya?—preguntó Dan por detrás de mí, pisándome los talones (espero, casualmente), logrando enfurecerme más.

Porque sí, mi estado de persona avergonzada e increíblemente humillada por un helado, terminó por transformarse en el estado de una persona enojada, FURIOSA y con tal de arrasar con cualquier persona que mirara mal la camiseta de Bob esponja.

—¿Ahora eres ciego?

Me giré con impulsividad, chocando mi pecho contra la boca de su estomago. Lamentablemente, aunque hubiese querido, no pude mancharlo. El helado se había derretido por completo y pronto secado en mi pobre camiseta dejándola algo tiesa. Parecía vomito rosado de quién sabrá que cosa.

Dan infló sus cachetes y seguido de esto, soltó una fuerte carcajada.

—¿Qué?— dije, alzando una ceja con desaprobación.

Tampoco comprendía muy bien que le causaba gracia. De hecho, ni siquiera quería saberlo. Estaba demasiado inmersa en mis pensamientos de odio como para pensar en algo más allá de eso.

—Nada, nada...

Me crucé de brazos y luego me giré sobre mis talones decidida a ignorarlo y continuar mi camino hasta el aula. Ya habíamos tenido las primeras dos clases teóricas, y SÍ, para aclarar, todos, sin excepción alguna, se habían percatado del desastre que había en la maldita camiseta. Era básicamente la burla del primer día de clases, DEL CAMPUS mejor dicho; algo que jamás había experimentado hasta hoy; ser la burla... y por si fuera poco, mis dos mejores amigos habían faltado su primer día.

¡MARAVILLOSO!

No estaba sola, tenía más amigos en la Universidad, ¿Pero quien eres tú cuando no puedes estar con la gente que realmente te entiende?

Bufé silenciosamente aún algo abrumada para cuando por fin me encontré fuera del aula donde sería la última clase del día; el famoso y esperado "Taller de Artes". Aquel era un sitio donde adornaban millones de cuadros, esculturas, tubos de pintura, pinceles y atriles. Un lugar simplemente mágico para los Artistas, digno de destacar.

El taller era realmente espacioso, cabían alrededor de doscientas personas dentro, aunque esto también se debía a las distintas practicas que se enseñaban, y los cursos que debían compartir el sitio para aprenderlas. Por ejemplo, aquel día nos tocaba compartir con los de primer año, a quienes por cierto, hasta ese momento no había logrado ver dentro de todo el día exceptuando por mi maravillosa llegada (recordemos, suceso HELADO) porque se encontraban llenos de bienvenidas, tours e instructivos sobre el funcionamiento del campus y universidad, cosa que, en realidad sí era necesaria.

Estando ya dentro, pude sentir como parte de mi día mejoraba en algún aspecto. A decir verdad, los momentos del taller me generaban una paz y tranquilidad interior idónea que en casi ningún otro lugar, además de mi cuarto, lograba encontrar. 

Pronto comencé a ver cómo se llenaba de caras nuevas; caras que suponía debían ser de los chicos de primer año porque además entre las que ya conocía, se veían un poco más infantiles. Recién salidos del instituto; recién salidos del horno. Pobres... pero más pobre yo, que cuando pensaba que mi día podía arreglarse aunque fuese lo más mínimo, cuando pensaba que mi día podía MEJORAR, el sectario pelinegro apareció entre los de primer año denotando una vibra imponente y negativa que destacaba entre el resto de sus compañeros. Definitivamente, se veía perfecto para lanzarme diez helados más. Inevitablemente, clavé mi vista en él, siguiéndolo con la misma hasta que se plantó en el otro extremo del gran taller. Dan, a su vez, se cruzaba en el perímetro interrumpiendo la maldición gitana que estaba creando en mi cabeza para ese chico, sin embargo, aquella interrupción me trajo de nuevo al mundo real para darme cuenta que el director de Artes, se encontraba en medio del taller, al lado de una estatua, mientras daba una feroz charla sobre el inicio de año y el desarrollo universitario que debemos tener para llegar a ser futuros artistas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 11, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Creo que te odio. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora