El Baile Invernal

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Arnold y Gerald sintieron un vuelco en el estomago al descubrir quienes eran los chicos que se encontraban de pie frente a ellos. De un momento a otro, los deseos de correr despavoridos para solo dejar una estela de polvo por detrás como la típica escena de dibujos animados; llegaron muy de golpe, como una ventisca de aire fresco al abrir una ventana pero directo a los pensamientos de la pareja de nuevos mejores amigos. Sin embargo, sus piernas paralizadas por el miedo se los impidieron. Lo único que les quedaba era rezar y esperar a que un milagro sucediera.

—¡Miren muchachos! Miren quien fue el que se atrevió a regresar después de que quiso humillar públicamente al rey de este lugar. —Dijo Brainy descaradamente, mientras que los bravucones de quinto se limitaron solo a reír—. ¡Y por si eso no fuera suficiente, mi estimado ex compañero de la 127 también está aquí! ¡Gerald! ¿Cómo has estado mi viejo amigo? ¿No me extrañaste cabeza de cepillo?

—¿Estas bromeando Brainy? ¿Cómo podría extrañar a una sabandija como tú? Si hay algo que no me hubiera gustado volver a ver en toda mi vida; esa sería tu horrible cara de mono amaestrado.

—Esas palabras me ponen un poco triste mi querido amigo Gerald. Me destrozan el corazón. ¿No me digas que aun me guardas rencor por lo de tu pececillo dorado?

—¿Pececillo dorado? ¿Cual pececillo dorado? ¿Qué le hiciste al pez de Gerald, animal? —Gritó Arnold—. ¡Responde!

—Digamos... Que ganó un pase gratis al maravilloso mundo subterráneo de las cloacas de Hillwood. Pero no te preocupes, ya que viajó en primera clase en aerolíneas inodoro. —Echó a reír.

—¡Eres un monstruo, Brainy! ¿Cómo pudiste ser capaz hacerle eso a un animal indefenso? —Arnold enseñó los dientes y se lanzó hacia Brainy pero fue interceptado rápidamente por Wolfgang.

—Lo hice porque tengo la posibilidad Arnoldo y te sugiero que cuides más de tus palabras cuando te refieras a mí melenudo. Yo puedo hacer lo que quiera porque soy inmune a cualquier clase de regaño, falta o recriminación por parte de cualquiera de los incrédulos maestros de esta miserable escuela y eso incluye al benevolente pero a la vez ingenuo director Wartz.

—¡Eres un...!

De repente, Arnold sintió un ligero toque en el hombro por parte de su amigo.

—Déjalo así Arnold, gracias por tratar de ayudarme, pero él tiene razón. No podemos hacerle nada.

Arnold gruñó de impotencia.

—Será mejor que tú ni siquiera te atrevas a abrir esa bocota que tienes, Johanssen. —Brainy trató de callarlo—. Ya que una vez que termine con el cabeza de balón; tú serás el siguiente. De hecho, tú ya ocupas el segundo lugar en mi lista personal de enemigos. Pero por ahora, dejemos que los perdedores gocen del baile, no queremos causar un tremendo alboroto siendo aun tan temprano. Así que disfrútenlo, porque al terminar serán todos míos.

Brainy comenzó a reír nuevamente cual villano principal de película de acción de bajo presupuesto, cuando en ese momento y de improviso; la puerta del salón perteneciente al cuarto grado se abrió de golpe, acertándole a Brainy un porrazo directo en el rostro, dejándolo inconsciente sobre el piso y llamando la atención de los chicos y chicas que pasaban por el pasillo, los cuales se limitaban a murmurar sobre lo sucedido y otros pocos a reírse de lo acontecido al chico vanidoso.

—¿Quién fue el idiota que se puso frente a la puerta? —Preguntó la chica uniceja frunciendo el ceño y saliendo del salón en donde se había cambiado de ropa—. Que quede muy claro que yo no me haré responsable por los daños físicos y psicológicos ocasionados.

—¡Es ella! ¡Es la chica demonio! —Alertó Mickey.

—¡Vámonos de aquí muchachos! —Gritó Wolfgang echando a correr por el pasillo.

La Desaparición de Helga Pataki [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora