Capítulo Único

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Un fanfic especial por el día blanco, con esta parejita que si bien es inusual me gusta muchísimo.

Esto está ambientado con Yuki en su tercer año de preparatoria y Tengenji siendo, para efectos de esta historia, un miembro de los Ancient.

Espero disfruten de ello.

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Tengenji estaba sumido en indecisión mientras observaba la cocina de su departamento que ocupaba temporalmente, como si esta fuera a darle las respuesta que necesitaba ¿Cómo él, siendo el príncipe del Kabuki, estaba pasando por algo así? Ah, cierto, era su deber como novio ejemplar.

De no haber sido por sus estudiantes, a quienes entrenaba en su rol de Ancient, habría seguido con su vida sin aquella preocupación... Pero no, la euforia (e incluso nervios) de estos por el día blanco le hizo caer en cuenta que debía actuar en nombre de tal festejo tan importante del país.

Sin embargo, ¿Cómo competir ahora con los chocolates deliciosos que recibió de Yuki el pasado 14 de febrero? Y por si fuera poco, la tradición decía que debía dar un obsequio tres veces mayor del que recibió. Bien, podía simplemente ir a una tienda exclusiva y comprar los chocolates y otros dulces más caros, su cartera se lo permitía, pero eso sería tomar el camino fácil... Yuki era una persona autentica, siempre trabajando duro para crear maravillas con sus manos, así que se merecía algo completamente único. Sí, Tengenji era bastante entregado con la persona que le gustaba (incluso romántico)

Tenía otra opción: encargarle a alguien más (de confianza) que le echara una mano. Pero, había otro obstáculo: el único que conocía y preparaba delicadeces dignas para su novia era precisamente su cuñado... Y eso le dejaba una única salida: hacerlo él mismo aunque no tuviera ni la menor idea de cómo usar una cocina (menos un horno)

Frustrado, Tengenji se dejó caer en el sofá, cerró los ojos y analizó... ¿Qué podría preparar que no sólo estuviera a su capacidad sino que también valiera para Yuki? Y entonces, aún en su posición, un recuerdo llegó a su memoria... Era él, muy pequeño, sentado junto a una mujer mayor y bien conservada mientras disgustaban de cierto aperitivo dulce y suave, una receta exclusiva de esta mujer quien no era otra sino su abuelita. Él realmente amaba comerlos, marcaron momentos felices en su infancia, y, ahora que pensaba en ello, estos eran iguales a Yuki...

Y de un salto, Tengenji alcanzó su teléfono al ya saber qué hacer y marcó el número de su adorada y respetada abuela.

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El día blanco llegó, un jueves, conjunto a las ilusiones de millones de mujeres niponas.

Cuando las prácticas de la tarde terminaron, Tengenji en seguida envío un mensaje con sólo una ubicación y una hora. La respuesta llegó pocos minutos después:

"¿Me estás invitando a salir, Kakeru-san?"

Como siempre, Yuki tan perspicaz.

"No te retrases" tecleó Tengenji a cambió, sin evitar una risita.

Más tarde, Tengenji perdió su faceta firme y segura al ver a la muchacha llegar... Yuki vestía Kimono, bien abrigada ya que aún era invierno, y su cabello rosa estaba recogido y era adornado por un broche brillante en forma de copo de nieve. Se suponía que él debía sorprenderla, pero resultó al revés. No por mucho.

-Me vestí para la ocasión.- saludó ella al detenerse frente a él, sonriente y con inocencia algo fingida.

-Ya veo...- Tengenji alcanzó a murmurar aún entre la sorpresa. Él también lucía Kimono, el lugar lo ameritaba, y no esperaba que Yuki también lo hiciera, básicamente captando las señales que nunca dio (ni se le ocurrió, que tonto)

Sin decir más, tenían el tiempo contado, entraron a la locación. Era un jardín tradicional que Tengenji apartó para su encuentro; había un lago pequeño y cristalino y una casona muy bonita y bien conservada a donde Tengenji guió a su cita. Su interior era sencillo y acogedor, relajante incluso, y tomaron asiento arrodillándose a la mesita de madera que los esperaba.

-Puedo preguntar, ¿A qué se debe la ocasión especial?- Yuki fue quien tomó la palabra una vez ubicados.

-Sabes perfectamente que día es hoy.- soltó él, algo inquieto más no incómodo.

-Es cierto, pero no creí que fueras a conmemorarlo así...- razonó la muchacha, apoyándose sobre los codos en la madera.

-Las cosas que me haces hacer...- quiso sonar rudo, como si la cosa no le importara, pero no le salió, más bien resultó algo tierno y se dio cuenta de ello al presenciar la expresión tocada de Yuki. Verla agitó su corazón.

Aclarándose la garganta, Tengenji desvió la atención a la cajita que se mantenía sobre la mesa, la deslizó hacia la otra.

-Es tuyo.- puso en palabras lo obvio.

Yuki se mantuvo en silencio, observando la envoltura y luego a Tengenji. Se enfocó nuevamente en su presente y retiró con delicadeza la cinta dorada que decoraba.... Con lo que se encontró sus ojitos dorados centellaron de sorpresa, alegría e intriga y Tengenji no se perdió sus reacciones, que con cada una de ellas su corazón se sacudía con más fuerza. Yuki se dedicó a saciar su curiosidad y tomó una bolita blanca del interior dándole una probada... Su expresión brilló incluso más.

-Kakeru-san, esto... ¿Lo preparaste tú?- preguntó aunque parecía estar segura de ello.

Tengenji se avergonzó ante la mirada que le dedicaban, incluso sintió su rostro arder, ya era mayor y aún tenía ese tipo de reacciones... Pero, dios, Yuki era tan adorable.

-Sí, bueno, es una receta que aprendí de mi abuela...- se explicó, aun con su rostro caliente- Cuando era niño, ella y yo nos sentábamos en el estar de mi hogar y comíamos juntos. Tengo muy buenos recuerdos de ello-

-Comprendo... Me gusta mucho.- la voz de Yuki era hasta más dulce que los bocadillos que se mantenía resguardados- Muchas gracias, Kakeru-san.- dio su agradecimiento, sonriente y genuina.

La imagen de Yuki frente a él; llevando aquellas ropas tradicionales, sosteniendo el dulce que simulaba ser un gran copo de nieve y dedicándole aquella mirada cargada de ternura lo derritió por dentro... Y no evitó pensar, en su ensoñación, que ella lucía como toda una señora Tengenji. Oh.

-Feliz día blanco, Yuki.- soltó él en un susurro cariñoso, persuadido por el tan ameno momento.

Pasaron el rato conversando y disfrutando de los bocadillos (acompañados de un buen té) y al ocultarse el sol se retiraron. Tengenji escoltó a su cita de vuelta a los dormitorios Ayanagi y esta se despidió otorgándole un beso fugaz y afectuoso en la mejilla; por la invitación, por el presente tan significativo, por el rato ameno, por llevarla de regreso...

Era la primera vez que Tengenji celebraba el día blanco... Y no podía esperar por superarse el siguiente año (y los que estaban por venir), todo sea por su Yuki.

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Notas Finales: ¡Gracias por leer! y disculpen cualquier error y/o incoherencia.

(Sé que la portada está sencilla pero si que fue difícil conseguir un arte de ellos :c)


Repuesta al día de San ValentinWhere stories live. Discover now