No soy tu hermano

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—Livvy, ¿puedes despertar a tu hermano para desayunar? No puede pasar todo el día enfurruñado.

Una Olivia Finch de nueve años solo se atrevió a quejarse cuando estuvo fuera del alcance de los oídos de sus padres. Todos en su familia había estado en tensión las últimas semanas, desde que sus padres recibieron la carta de Hogwarts diciendo que Jacob había sido expulsado. Ella no quería hablar con Jacob, quien la había llamado algunas malas palabras cuando le preguntaba porque había sido expulsado, porque no abría la puerta y porque no quería jugar con ella, pero si ella se quejaba, sus padres se enfadarían con ella. Con la expulsión de Jacob y la tensión en la casa, todo el mundo era como un fusible listo para encenderse, y Olivia no quería ser quien lanzara incendio.

Golpeo cortésmente la puerta de la habitación de su hermano

—Jacob —dijo—, mama dice que vengas a desayunar

No hubo respuesta. Probablemente, todavía estaba enfadado con ella.

Olivia volvió a llamar.

—Mama dice que tienes que venir —siguió Olivia—. No puedes estar enfadado todo el dia. Ha hecho tu desayuno favorito.

Salchichas y huevos revueltos, todo cocinado a la manera muggle. Ella no notaba la diferencia, y su padre afirmaba que no la había excepto por la ineficiencia, pero Jacob decía que si.

Siguió sin haber respuesta.

Olivia golpeó la puerta de nuevo, diciendo una palabra por golpe.

—¡Jacob! ¡Tienes! ¡Que! ¡Salir! ¡A! ¡Comer!

Olivia no sabía porque le estaba insistiendo tanto a su hermano. Tal vez no quería enfrentarse a sus padres sola, como lo había hecho los últimos días. Pero la verdad es que ella echaba de menos la presencia de su hermano en la mesa de la cocina. Ella echaba de menos a su hermano, punto.

—Jacob, por favor —suplico—. Por favor, por favor, sal.

Nada. Se dio la vuelta dispuesta a volver para decírselo a sus padres en la planta baja, pero se detuvo y se dio la vuelta para mirar hacia la puerta. Giró el pomo de la puerta. Por una vez, no estaba cerrada. La abrió y se preparó para el mal olor de la habitación de un adolescente, pero este nunca llegó.

La habitación estaba limpia, lo que solo ocurría cuando Jacob estaba en la escuela. La cama estaba hecha. El escritorio, generalmente lleno de papeles desordenados que Olivia nunca podría descifrar y con dibujos ásperos que nunca vio de cerca, estaba vacío. El baúl del colegio de Jacob tampoco estaba.

Jacob se había ido.


—Imagine que te encontraría aquí.

Olivia Finch, ahora ya con quince años, levantó la vista del libro que había estado leyendo en la biblioteca durante las últimas ocho horas. Era un libro sobre los fundadores de Hogwarts, un libro que Rowan le había recomendado hacía casi cinco años, y contenía, quizás, una pista sobre las bóvedas, una pista que la ayudaría a encontrar finalmente a su hermano.

Desafortunadamente, la cara amable ante ella no era la de Jacob sino la de Bill Weasley. El se sentó en una silla frente a ella

—Se acabaron los TIMOS —dijo sonriendo quitándole el libro de las manos—. Tienes que relajarte, Olivia.

Olivia le arrebató el libro

—Las bóvedas malditas me relajan —dijo

—Curiosamente, a mi también —dijo Bill. Se echó hacia atrás, estudiandola con una sonrisa.

—¿No tendrías que estar en una fiesta? —preguntó Olivia

Bill se echó a reír, lo que le valió un gesto de silencio por parte de la señora Pince

—Podría decirte lo mismo —susurro

—No es mi fiesta de despedida —respondió Olivia, pasando una página en el libro en un esfuerzo por parecer profundamente absorta en el. Si pudiera concentrarse en las Bóvedas Malditas, entonces no tendría que pensar en...—. Deberías regresar antes de que se den cuenta de que te has ido

Bill permaneció en silencio durante tanto tiempo que Olivia pensó que se había ido, pero cuando ella levantó la vista, él todavía estaba allí, mirándola.

—Me voy, te despidas o no —dijo Bill finalmente

—Bien —dijo ella, mirando su libro—. Vete. No me importa.

—¿En serio?

—No —insistió Olivia, todavía mirando las palabras en el libro que habían dejado de tener sentido para ella hace unas horas—. No. Todo el tiempo que he pasado contigo fue tiempo que debería haber pasado tratando de rescatar a mi verdadero hermano, mi hermano...

—No soy tu hermano, Olivia.

—Estoy cansada —dijo bruscamente, y esta vez fue a ella a quien la señora Pince le hizo un gesto de silencio—. ¿No crees que se que no eres realmente mi hermano? —continuó en voz baja—. No soy estúpida. Se que te vas. Se que no vas a volver. Se que nunca te volveré a ver, asi que vete, Bill.

Escucho el chirrido de la silla de Bill cuando él se puso de pie, y ella no pudo evitar sentir al mismo tiempo alivio, culpabilidad y rabia, hasta que se otro chirrido, esta vez de la silla a su lado. Olivia no levantó la vista esta vez.

—No soy tu hermano —dijo Bill de nuevo—, porque sabes a donde voy. No tienes que decirme adiós, porque esto no es un adios. Si crees que no te escribiré sobre las maldiciones con las que me cruzo, y si crees que no te exigiré que me pidas ayuda con las Bóvedas Malditas cuando me convierta en un verdadero rompemaldiciones, entonces no se como es que fuiste seleccionada en Ravenclaw. Puedes enfadarse si quieres, puedes tener una rabieta como las que tiene Ginny cuando nos vamos para el año escolar, pero cuando termines, no estaré más que a una lechuza. Eres mi mejor amiga, y siempre lo seras. Solo quería que lo supieras.

La silla chirrió de nuevo cuando él se levantó para alejarse.

Ya estaba a medio camino de una escalera movil cuando Olivia lo alcanzo, con lagrimas corriendo por su rostro. Ella lo abrazó con fuerza

—Lo siento por ser tan estúpida —dijo—. Yo solo... solo no quería...

—Está bien —dijo Bill abrazándola de vuelta fuertemente

—Te echaré de menos, Bill —dijo ella, separándose de sus brazos para limpiar sus lágrimas en la manga de su jersey Weasley

—Estarás demasiado ocupada para extrañarme —bromeó Bill—. Cuida a mis hermanos, ¿quieres? No sólo Charlie. Ya se que cuidaras bien de él.

Olivia le dio un codazo en el costado.

—Lo intentare, Bill, pero Charlie y yo intentamos llevarle a Percy al Calamar Gigante hace unos meses porque estaba siendo muy molesto —Al ver la expresión de atónito de Bill, agregó—. No funciono.

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𝐍𝐎 𝐒𝐎𝐘 𝐓𝐔 𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐎 | 𝘩𝘱𝘩𝘮Where stories live. Discover now