UNICO

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8:00 a.m

Como era la costumbre, abrió los ojos, sin ganas de hacer nada más que observar el sucio y telarañezco techo de su habitación. La alarma insistía en hacerle levantar, pero él no quería mover ni un sólo músculo.

Despertar de mal humor, como todos los días, era realmente estresante. Y no saber la razón del porqué de su mal genio, sólo le hacia sentir mas molestia. Sabía que si se mantenía ahí volvería a llegar tarde al trabajo y no quería escuchar los reclamos de Shigaraki, asi qué, usando toda su fuerza de voluntad, se levantó de la cama.

Una lata de cerveza salió rodando y cayó al suelo gracias a su movimiento y, bajo su muslo, sintió el paquete vacío de alguna chuchería. Su propio entorno le daba cierto asco.

Salió de la cama, arrastrando los pies por su polvorienta vivienda, entró al baño y se encerró ahí. La rutina comenzaba ahora.

9:51a.m

Después de haber lavado su pelo con agua, vestir su aburrido uniforme y comer un paquete de galletas saladas, salió de su morada. Afuera, el olor de las plantas podridas de su madre le golpeó la nariz, obligándole a cubrirla con el cubrebocas. El edificio donde vivía estaba a punto de derrumbarse y los vecinos no eran los que a uno le gustaría ver todos los días, pero la renta era barata, y al menos le alcanzaba para comer.

- ...Menuda vida de mier... - tuvo que ahogar la maldición entre sus dientes a causa de un par de niños pequeños que pasaron corriendo junto a él, gritando y riendo como locos.

El camión que le dejaba a unas pocas cuadras de su trabajo era siempre puntual, comenzando su recorrido a las 9:30.

Hoy le tocaría caminar.

El día tenia un tono terriblemente grisáceo y deprimente, y el aire frío del mes de octubre le obligaba a abrigarse con su chamarra negra recién lavada, siendo eso una gran ventaja para ocultar sus notorios tatuajes en toda la extensión de ambos brazos, cuello y mandíbula. Al menos así la gente no le vería al pasar junto a ellos.

El café donde trabajaba estaba a unos veinte minutos a pie y, si pensaba en la hora exacta que le habían impuesto, llegaría con casi media hora de retraso, como siempre..

10: 28 a.m

El lugar estaba semi vacío. Desde las ventanas logró ver a su compañera rubia en la caja, atendiendo a un par de chicas y cobrando el café.

Se mantuvo ahí de pie hasta que la chica giró el rostro, notando su presencia. Le sonrió de una forma nada tranquilizadora he hizo señas con sus manos, invitándole a entrar. Shigaraki no estaba rondando cerca.

Entró al establecimiento, sintiendo el fuerte olor a cafeína golpear su nariz, aturdiéndolo un poco. Pasó fácilmente desapercibido por las mesas vacías hasta entrar detrás de la barra, donde escuchó las risas de Toga.

-Al parecer a alguien se le murió el gallo - se burló sin ningún decoro.

- Cállate, niña... - siseó, ignorando sus palabrerías y yendo a la parte trasera, donde los trabajadores se permitían darse un descanso y dejar sus pertenencias allí.

La chica le siguió, debía de aprovechar cada momento para molestarle. - ¡Oye! Agradeceme que cubrí tu lugar en la caja y le dije una excusa a Shigaraki, estaba que echaba rayos por tú retraso

-Ni siquiera me extraña... - dejó su chamarra colgada en un percho, junto con la bufanda y el cubrebocas, colocó la gorra con el logo del lugar y salió, no sin antes empujarla con su mano en la frente, haciéndole chillar.

Una taza de café || One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora