[M U F F I N]

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Yoongi odia ese trabajo, la única razón por la que está ahí es que su mejor amigo es mesero de ese lugar y lo convenció de que era un lugar agradable donde trabajar y conseguir dinero por las vacaciones antes de entrar a la universidad, pero por alguna razón que hasta él desconoce, no deja de pedir el puesto cada que se acercan las vacaciones después de tres años.

Pero odia ese lugar, demasiados tonos pasteles y risitas chillonas de niñas que vienen por el anuncio de afuera.

La única persona que le agrada es aquella pelinegra que se sienta al final de la barra leyendo su teléfono mientras pide dos o tres muffins al día y se los come ahí.

Hasta empezó a detestar a Hoseok por arrastrarlo a esta prisión de tonos menta y azul tan suaves que le hacen doler los ojos, la cabeza y necesita sacar un poco de maldad y contaminar ese lugar antes de que lo vuelva una gomita azucarada como la que se está comiendo.

Se saca la gorra del uniforme y la deja en la barra, ve el reloj y quiere bufar al ver que todavía faltan seis horas para que pueda irse a su cuarto y ver alguna serie con Holly en su regazo.

Tal vez pueda tomar una taza de café caliente del lugar, comprar algunos pokis y morir por dos días seguidos pues son sus días libres de cajero.

Tal vez llame a su hermano mayor y le diga que venga a cocinarle algo decente a cambio de las propinas del día de hoy.

Sus pensamientos de un buen tazón de comida recién hecha se interrumpen cuando escucha un leve carraspeo.

Quiere caerse del banco cuando ve a la ersona delante de él, es la misma por la que ha tenido un vergonzoso y secreto enamoramiento desde hace dos años.

—buenos tardes, Yoongi hyung. —es el chico de las mejillas redondas y los labios abultados que lo ha hecho suspirar por dos malditos años seguidos.

—hey... ¿Jimin? —finge no saber su nombre, pero lo ha escrito en cada libreta que tiene, incluso en la de canciones que nadie conoce, por poco se lo ha tatuado encima del corazón pero vómito por el alcohol antes de hacerlo.

—Park Jimin, hyung. —el pálido asintió, había practicado su poker face alrededor del menor tan bien que no se preocupa a que empiece a sonreír como bobo enamorado. —¿y dónde está Jennie noona?

—trabaja sólo los fines de semana, yo estoy aquí de lunes a viernes. —el menor asiente y empieza a ver los menús con sus mejillas rojas.

Yoongi se le queda viendo, los pequeños besitos de ángel que tiene repartidos por encima de la nariz, sus pestañas oscuras y el pequeño puchero inconsciente que hace Jimin al leer los sabores.

—uh, ¿me puede dar un muffin red velvet con extra cobertura de crema batida, por favor? —el pálido asintió, tomó el dulce y antes de ponerlo en la bolsa normal escuchó a Jimin llamarlo. —¿lo puede poner en la envoltura especial del anuncio, por favor?

Asintió, pero una parte de él sentía su corazón roto, Jimin estaba comprando un muffin para salir con alguien, ni siquiera estaba seguro si le gustaban las chicas o los chicos.

—veinticuatro cincuenta, por favor. —Jimin dejó el dinero exacto antes de darle una última sonrisa y salir del local.

Hoseok se acercó en sus patines con la boca de lado y sus ojos levemente tristes. —lo siento, hyung.

—de cualquier forma ni siquiera tenía una oportunidad, es obvio. —la chica pelinegra se acercó a ellos e inclino su cabeza en modo de saludo.

—no quiero ser descortés, pero tal vez comer uno de sus muffins te haga sentir mejor, el dulce cura los corazones rotos. —Yoongi sonrió levemente antes de aceptar el postre que la chica le ofrecía. —es una pena querer a alguien y no saber siquiera si tienes alguna oportunidad ¿no?

muffin. myg+pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora