Juntos por siempre (Larry Stylinson) ·Oneshot·

Su despertador comenzó a sonar e hizo eco en la pequeña habitación. El muchacho entre el enredo de sabanas abrió los ojos y gruñó. Otro día más en el infierno. No sabía muy bien a que se refería con ello; si a su casa o al Instituto. No era por estudiar, ya que Harry amaba hacerlo. Era por las personas que había allí. Aquella gente que lo insultaba, que le hacía el día más pesado y horrible de lo que era en su hogar.

Hogar. No sabía si esa palabra era la correcta. Hace mucho tiempo que ya no se sentía así. Desde que sus padres entraron en crisis, tanto amorosa como económica, el trato a sus hijos no había vuelto a ser el mismo. A los pocos años de que la pesadilla empezara, Gemma se había mudado a Francia, donde estaba estudiando y felizmente comprometida.

Gemma era su hermana mayor. Eran como mejores amigos, en realidad. Gemma siempre estuvo con él y siempre lo apoyó en todo. A todo esto, ella era la única que sabía su secreto, y nunca se molestó por ello. Todo lo contrario, le encantaba.

Eso a Harry lo inquietaba de alguna manera. Desde que le contó su secreto, Gemma comenzó a tratarlo mejor, con ternura. Como a un niño pequeño o quizás como trataría a una buena persona. ¿Significaba que, por ser lo que era, de repente era buena persona? ¿No lo era antes? Siempre se preguntaba eso en sus noches de insomnio peor nunca había llegado a una respuesta lógica.

Finalmente, se levantó de la cama y comenzó a vestirse. Se colocó algo simple: un jean holgado negro y una camiseta blanca de manga larga, se colocó una campera de pluma azul noche por encima de ella y finalmente, se puso sus zapatillas negras más gastadas. No era su estilo, definitivamente, pero debía disimular.

Bajó las escaleras y se encontró con su madre en la cocina, preparando un pobre desayuno. Su padre estaba en la punta de la mesa, con el periódico en sus manos, el cual ocultaba su rostro. Tenía una larga taza de café en frente suyo, pero aún no la había tocado.

"Buen día." dijo en casi un susurro, con temor de la reacción de su padre.

"Hijo, buen día." parecía estar de buen humor, por suerte "Quiero hablar contigo." Quizás eso no era tan bueno.

"¿Hice algo malo?" preguntó de manera indecisa.

"De hecho, sí." Harry se mordió el labio. "Llamaron del Instituto y me comentaron que tus notas han bajado. Te ven más distraído, ¿ha estado sucediendo algo?"

Harry está sorprendido, y de buena manera. Esperaba gritos, quizás golpes. Pero su padre lo estaba tratando bien. De hecho, se estaba interesando en él. Y eso no sucedía muy a menudo, sino era nunca.

"Puede ser." fue lo que dijo "Las peleas que hay entre tú y mamá pueden llegar a afectarme un poco." No supo de donde sacó el coraje para decirlo, pero estaba agradecido de haberlo hecho.

En ese momento su madre salió de la cocina y lo observó detenidamente. Luego sonrió, pero Harry notó que era una sonrisa falsa.

"Harry, dile la verdad." dijo su madre "Hay una chica, la que vive a cinco cuadras, y Harry siempre va a buscarla para ir al colegio. Es tu novia, ¿verdad?"

"¡No!" exclamó Harry, ya que la idea no le gustaba para nada. "Es Eleanor, mi mejor amiga."

"Pero te gusta." su mamá llegaba a ser tan idiota a veces.

"No. Solo somos amigos y listo."

Su madre rodó los ojos y su padre suspiró desinteresado y volvió su vista hacía el periódico. Harry observó su desayuno, un café en una taza mediana y dos galletitas de agua. Maldición, pensó Harry.

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Hoy no era un día diferente. Caminó las cinco cuadras correspondientes y tocó el timbre de la gran casa de Eleanor. A los pocos minutos, ella salió por la puerta con un hermoso vestido floreado y unos bórcegos negros con cordones marrones. Su cabello caía en adorables ondas. Se veía demasiado atractiva, pero Harry seguía sin sentir esa chispa que debía.