Illuminatis, Proyecto Monarca Y Lo Que Tienes Que Saber

Las teorías que afirman la relación entre Stanley Kubrick y los Illuminati

Los humanos siempre buscarán una fantasía. Así sea dentro de una religión, culto o alguna de las bellas artes, tratará de perderse en un mundo que le parezca lógico y le permita vivir de manera tranquila. Sin embargo, esas creencias pueden llegar a ser peligrosas, especialmente cuando atentan con la integridad de algún segmento de la población o tratan de convencer al mundo de una obvia falsedad mediante una constante propaganda que desinforma y entorpece la inteligencia de las personas.

Es el caso de las teorías de conspiración, como aquélla que afirma era parte , el cual –según la leyenda– tiene poder secreto sobre todo lo que sucede en la Tierra y determinará el futuro de la humanidad.

De acuerdo con esa teoría, el genio director responsable de "La naranja mecánica" fue invitado a ser parte del grupo para ayudar a manipular al mundo. Aunque se dice que en algún punto accedió, rápidamente fue rechazado y decidió dedicar el resto de su carrera para exponer los secretos de los Illuminati. En la red existen múltiples sitios dedicados a exponer las pistas de Kubrick y afirman que todo comenzó con "Barry Lyndon" en 1975, donde contó dentro del personaje principal su ascenso y caída en la sociedad aristocrática.

Los fanáticos de esta historia aseguran que la representación del director es una muestra del mundo de los Illuminati y sus rituales clásicos. Algunos afirman que su decisión de usar sólo luz natural en la mayor parte de la cinta era para mostrar el estilo de las fiestas, reuniones y rituales del culto que rechazó. También se especula que las traiciones, mentiras y secretos que integró en el guión de manera tan natural no sólo eran producto de la obra en la que estaba basada la cinta, sino en sus propias experiencias en el culto.

Las teorías más profundas dicen que ese no fue el primer ataque del realizador. Los seguidores de esta idea creen que "La naranja mecánica" (también basada en un libro) hablaba sobre cómo el director quedó expuesto y débil sin poder hacer nada ante una sociedad que intentaba cambiarlo como le sucede a Alex, el protagonista, después de su terapia de trauma. Otros señalan que el triángulo del póster es una pista clara de la presencia Illuminati, pero es todo lo que se menciona.

"El resplandor" –otra adaptación– también ha sido analizada en busca de algún significado extra para las confesiones de Kubrick y la más común dice que Jack Nicholson representa al director en su descenso hacia la locura por no poder hablar sobre su conexión con el culto. Se afirma que la obra es una metáfora de su mente vacía, desesperación por no poder hablar con su esposa y no revelarle a nadie sobre la existencia de ese grupo que amenazaba con asesinarlo.

La obra con mayor cantidad de conexiones hacia el culto todopoderoso es "Eyes Wide Shut", última cinta del gran director. En un escenario moderno el director habló sobre sociedades secretas directamente con rituales demasiado específicos para contar una historia sobre mentiras, traición y locura. De acuerdo con los seguidores de la teoría, los guiños fueron tan obvios que los Illuminati decidieron eliminar de un momento a otro a Kubrick; en realidad el director murió de un paro cardiaco en su cama a los 70 años. 

No hubo circunstancias sospechosas al momento del fallecimiento del director así que es obvio que no fue asesinado, y aunque gran parte de su obra muestre elementos que parecen extraños a la audiencia, revela que el hombre estaba un paso más adelante que el resto. Su visión era revolucionaria; no estaba sujeta a ideas obsesivas sobre un culto cuya existencia ha sido negada una y otra vez.

Seguir teorías de conspiración de este tipo es señal de una amplia falta de razonamiento lógico. Aunque se ha convertido en un chiste en Internet, miles de personas creen en que existe una que controla el futuro de la humanidad. Degrada el propósito de las cintas de Kubrick y demuestra una vez más que las personas necesitan creer algo –sin importar qué tan absurdo– para tener una razón para vivir.