Prólogo

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Se cree que hace miles de años en la lejana Siam habitaba un poderoso hechicero. Un maestro en las artes de la astrología, la adivinación y las ciencias de la fisionomía, que había encargado su vida a la investigación y ejecución de la magia negra. El hombre que poseía tales poderes se llamaba Samart, quien a base de su hechicería había llegado desde las lejanas tierras de Magreb y se había hecho del puesto de consejero del rey.

Samart el gran mago no había llegado a Siam solo para ser el consejero de su majestad el Rey Sangpotirat. Entre sus oscuras intenciones se encontraba el apoderarse de un antiguo tesoro mítico conocido entre los grandes magos del mundo. El tesoro de los milagros que fue robado de su tierra y escondido por un bastardo ladronzuelo que huyó a las tierras de Siam creyéndose el héroe salvador del mundo al privar del tesoro a las manos de los malvados magos.

Samart carraspeaba los dientes de enojo siempre que recordaba al ladrón. Habían pasado casi noventa años desde aquello y su rencor acrecentaba conforme su edad avanzaba. Samart aunque no lo pareciera, llevaba encima ciento treinta y dos años que eran escondidos por la magia de su báculo y había utilizado cincuenta y tres de ellos buscando al detestable ladrón; quien creyéndose muy osado, utilizó el tesoro para ocultar su existencia de la magia.

El mago había pasado año con año buscando con su magia sin rendir frutos, no importaba cual hechizo o técnica de adivinación intentara, el ladrón parecía haber sido borrado del mapa; así tomando sus pertenencias Samart visitó país por país cada rincón del oriente hasta llegar a Siam. Habiendo hipnotizado al rey se convirtió en su consejero, y abusando del poder de su estatus emprendió su búsqueda, podía sentirlo, estaba cerca.

Había un cúmulo de magia que se concentraba en algún lugar del reino y siendo el consejero de rey podía moverse a su antojo. Si la magia no servía para encontrar a quien tenía su tesoro, entonces tendría que usar una de sus tantas ciencias para encontrarlo y es así que, usando la fisionomía, Samart se dedicó a observar a cada persona del reino de Siam. Hasta que un día lo encontró, su rostro y tamaño era diferente, su cuerpo era el de un adolescente, pero su aura y mañas eran las mismas, aquel descendiente del estúpido ladrón había terminado siendo el mismo tipo de rata callejera que aquel que le arrebató su tesoro.

Samart podía sentirlo, aquél chico apuesto con ropas de pordiosero era un ingenuo, podía ver en sus ojos la ambición y el fuerte deseo de dejar la vida de ladrón y conseguir riquezas sin fin. Así fue como Samart lo entendió, aquel chico con la fiera mirada de un león no sabía acerca de su tesoro.

La sonrisa del rostro del hechicero creció y soltando una risotada regresó al palacio. Pronto sería el mismísimo Prachaya Ruanronj quien le entregaría la lámpara maravillosa justo en las manos del hechicero.

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Con esto puedo decir oficialmente que he comenzado mi primera historia con Singto y Krist como protagonistas 👏

Espero que me acompañen en esta nueva versión de una historia que todos conocemos. Personalmente Aladdin nunca fue una de mis historias favoritas, precisamente por esta razón dije ¿Porqué no? Me ofrecí con la intensión de transformarla y hacerla una de mis favoritas.

De nuevo, espero que sea grato para ustedes, les traeré el primer capítulo el próximo sábado ✨

Los Deseos De SingtoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora