Untitled part

5 1 0
                                    

-¡Buenos días!, es hora de levantarte perezoso-, dijo Raquel a su hijo sacudiéndole los hombros mientras él seguía recostado en su cama. Ella le besó la frente y lo sacudió nuevamente. -Se te va a hacer tarde para el colegio, date prisa-. Henry se levantó de su lecho sin reponerse aún de su paso del mundo de ensueños al mundo real. Caminando cual sonámbulo, Henry deambuló desde su cama hasta el baño de su habitación en donde tomaría una ducha que lo renovaría y le despertaría sus 5 sentidos para operar plenamente en el transcurso del día. Al salir de su alcoba se dirigió hacia el comedor, en donde como era costumbre, justo después de su baño lo esperaba un delicioso desayuno que lo llenaría de energía para comenzar su día.

-¿Tienes todo listo?-, preguntó Raquel a su hijo.

Henry en tono quejumbroso respondió: -Sí mamá, ya alisté todo, no se me queda nada.

-¡Ay hijo!, yo sé que no te gusta que te recuerde las cosas, pero es mejor que te las recuerde, más vale prevenir que lamentar.

"Más vale prevenir que lamentar", repitió Henry en su cabeza, pensando en el sentido de aquella frase y en la significancia que podría tener.

-Adiós hijo, te dejo la comida en la nevera, cuando llegues del colegio calientas y comes. Te lo comes todo por favor.

-Sí mamá-, respondió Henry nuevamente con un tono un tanto quejumbroso.

Raquel sonrío y observó a su hijo por un momento mientras él aún disfrutaba de su desayuno. -Te amo hijo, nunca lo olvides.

-Yo también te amo-, respondió Henry mientras masticaba un poco de pan en su boca. Raquel besó a su hijo en la mejilla izquierda y se dirigió a su trabajo. Su trabajo consistía en ser la secretaria de un importante empresario de la industria de importaciones y exportaciones de productos alimenticios. Ella odiaba su trabajo, pues le parecía demasiado arduo y bastante tedioso; para nada le gustaba, siempre se imaginó como una gerente de algún banco o gerente de un hotel, o cualquiera que fuese el lugar, pero soñaba con una plaqueta dorada con su nombre precedido por la palabra "GERENTE". Siempre que pensaba en lo terrible que era su vida debido al estrés que conllevaba ser miserable la mayoría del día como resultado de su labor, recordaba que la causa de su felicidad la estaría esperando una vez llegase a casa, pues su hijo era el motor que hacía funcionar su vida.

Raquel salió y cerró la puerta, Henry aun pensaba en aquella frase "más vale prevenir que lamentar". -Creo que significa estar precavido, anticipar lo que pueda suceder y no dejarse sorprender-. Se dijo a sí mismo mientras observaba el techo, como si estuviera buscando su respuesta en alguna de las manchas de humedad que relucían en su hogar. Henry terminó su desayuno, tomó aquel menaje y se dirigió al lavaplatos para lavarlo, una vez lo hizo, tomó su maleta y se dirigió a la puerta de su hogar. Justo al lado de la puerta principal que colinda con la calle, había un recuadro sobre una mesa en medio de un altar religioso compuesto por dos velones a lado y lado de la mesa, justo en el medio de los velones se encontraba el recuadro. En él, había un retrato de un hombre de mediana edad junto con una pequeña niña. -Adiós-, dijo Henry. Abrió la puerta y se dirigió al mundo exterior.

Henry era un joven de 17 años de edad, no muy alto, no muy atlético, pero aun así bien parecido, o eso era lo que le decía su madre, ya que aunque evidentemente era un chico muy listo que siempre ocupaba el primer puesto académico de su curso, realmente con las mujeres no tenía éxito. Cursaba 10mo grado y se dirigía como de costumbre a su colegio ubicado a unas cuantas calles de su hogar. En el trayecto divisaba a lo lejos "La Metralla", una invasión urbana convertida en barrio ubicada en el costado de una montaña. Había rumores sobre aquella zona, sobre las gentes que la frecuentaban y los hechos que allí sucedían, cosas negativas que Henry creía no ser capaz de soportar, razón por la que al observar aquel conglomerado de casas hechas de ladrillo y latas, Henry para sus adentros agradecía a su madre por el sacrificio que estaba haciendo, pues él tenía dos cosas claras: Su madre odiaba el trabajo en el que se encontraba, pero de no ser por ese trabajo, seguramente se encontrarían viviendo en ese lugar luego de la tragedia que tuvo lugar hace poco más de un año. Al recordar estos hechos Henry sentía un malestar que le recorría el cuerpo entero, por lo que alejó su mirada de La Metralla; él se enfocó en llegar a su colegio en un intento por dejar atrás aquellos pensamientos negativos que lo inundaron por un momento.

Último LlamadoWhere stories live. Discover now