Mi nombre es Sara Rowling, vivo en el distrito 6, mi padre es uno de los hombres más ricos de la comarca, posiblemente estemos al nivel del capitolio pero eso no me salva del evento de hoy, la cosecha.
Me quedó un momento más en la cama pensando que es imposible que de tantos chicos que hay salga escogida, sólo tengo 7 papeles con mi nombre, sería tonto y un tanto egoísta preocuparme por eso.
Cuando noto que me estoy poniendo ansiosa decido empezar a prepararme. En mi camino hacia el baño pasó por el cuarto de mi madre para ver cómo está pero mi nana Nelly me detiene
-buenos días princesa-
-buenos días Nelly, ¿le ocurre algo a mi madre-
-no se siente muy bien, tiene una fuerte jaqueca-
-¿y mi padre?-
-se fue a la fábrica junto con tú hermano, dijo que quería revisar algo antes del evento-
-ya veo-
-entiéndelo princesa el sólo quiere lo mejor para ti-
-es igual, me voy a dar un baño-
Me meto a la tina mientras pienso en mi madre, antes estaba casada con un empleado de mi padre pero murió en un accidente, dejándola sola con un hijo a quien alimentar. No recuerdo muy bien su nombre sólo sé que murió dos años después en los juegos del hambre. Desde el accidente mi padre la ayudaba económicamente, se enamoró de ella y pasó de ser una trágica viuda a una respetada señora. Nunca me he llevado muy bien con ella pues tenemos distintos puntos de vista, veces pienso que quiere más a mi hermano mayor Joshua. El siempre ha sido el hijo modelo y el perfecto heredero de las industrias de mi padre, soy su adoración pero es tan ambicioso que tendré suerte sí no me echa a la calle cuando muera papá.
Antes de salir a cambiarme tomo mis medicamentos, me observo en el espejo mientras pienso que tal vez acabé tan loca como mi madre y sola, aún peor sola, me aterra la idea de terminar así. Respiro hondo antes de salir.
Cuando entró a mi cuarto veo el vestido que preparó Nelly para mi, azul con franjas blancas, es muy hermoso pero en lo único que puedo pensar es que odio los vestidos.
En el momento en que acabo de ponérmelo entra Nelly con una sonrisita de satisfacción
-no digas nada y ayúdame-
Empieza a cepillarme el cabello, sabe que me gusta llevarlo suelto así que simplemente me pone una cinta a modo de diadema. Me miro al espejo y veo a una chica un tanto bajita de pelo negro hasta los hombros, piel morena y ojos cafés. El vestido azul logra darle un aire inocente.
-puag-
-te ves bien y lo sabes-
-está bien tu ganas soy hermosa, pero ya es hora de que me vaya-
-lo sé, deje la canasta cerca de la puerta-
-gracias Nelly, nos vemos a la hora de cenar-
Aun falta una hora para la cosecha pero quiero ir a ver a mi mejor amiga y confidente, Rosalía. Es hija del dueño de la dulcería por lo que al igual que yo es de una familia favorecida pero se ha puesto muy preocupado pues su hermanita pequeña ya está en edad de salir en la cosecha. No me imagino a la pequeña Laila en los juegos, eso la ha puesto muy tensa así que me pidió pasar tiempo con ella antes de la cosecha.
Cuando llego a su casa ella ya está afuera esperándome.somos muy parecidas pero más bajita que yo pero a diferencia de mi no necesita ningún vestido para verse adorable, ella es así natural pero debo admitir que ése vestido blanco la hace parecer una muñeca.
-Hola Rose-
No me responde, simplemente corre hacia mí y yo por costumbre el abrazo, es tan linda y pequeña que es una de las pocas personas que me gusta abrazar.
Caminamos cogidas de la mano hacia un parque que mi padre construyo al sur de la ciudad, siempre vamos ahí después de la escuela. Ciertamente mi padre ha hecho muchas cosas por la comunidad, todos lo consideran un héroe, si supieran la verdad.
Al llegar al parque nos sentamos en el pasto y saco lo que me dio Nelly, unos cuantos sándwiches y unas bebidas. Comemos mientras bromeamos y platicamos de cosas sin importancia, nada referente a la cosecha hasta que escuchamos un ruido familiar.
-ya es hora, Rose-
Está tan aterrada que no se mueve, la tomó de la mano y la jaló con suavidad. Regresamos a su casa por Laila y dejó la canasta en su cocina, regresare por ella después.
Cambiamos hacia la plaza sin decirnos nada. Ya está casi lleno, el miedo es tan evidente que se nota en el aire.
Nos mandan a ir con las demás chicas de nuestra edad, abrazamos a Laila antes de irnos, no parece tener miedo aunque es lógico aún no entiende la verdad.
Cuando llegamos todas las demás chicas nos voltean a ver y nos dedican una mirada de odio, más a mi que a Rosalía.
Mi padre es un gran fabricante de vehículos de echó los trenes más veloces del capitolio son su creación. Desde que era pequeña muchos niños me guardan rencor aunque no los culpo antes era odiosa, una típica niña malcriada que siempre hacia lo que quería sin importar sí lastimaba a los demás para lograrlo, aunque ya no soy así se me sigue juzgando por mis pecados infantiles.
Aunque también tiene mucho que ver Víctor, mi mejor amigo, el hijo de un carpintero y mi mano derecha al momento de hacer de las nuestras. Es alto, moreno y según las chicas es guapo. Admiradoras no le faltan pero siempre está tan pegado a mi que me he convertido en el blanco de sus ataques de celos. El y Rosalía no se llevan bien, ella piensa que es muy inmaduro y el piensa que ella es una aburrida. Me gustaría que se llevaran bien pero como juntar el agua y el aceite, creo que por ahora tengo que soportar ése ambiente hostil.
Justo antes de separarnos abrazo a Víctor por la cintura para que su club de admiradoras me vean
-felices juegos del hambre- susurro algo juguetona
-sí, sí y que la suerte este siempre de tú lado, estas loca-
Corre antes de que pueda golpearlo.
Noto que alguien me observa, es Ursula la hija del alcalde, mas que caerle mal parece odiarme aunque no se por que, jamas le he hecho nada. Le dedico una mirada insolente antes de volver la vista al escenario.
En la tarima ya esta Catherine, la escolta del distrito 6, no se como los del capitulio soportan tanto maquillaje en la cara y esa actitud tan pomposa. Tambien estan nuestros dos ganadores anteriores Emma y Heathcliff.
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Los juegos del hambre 66º
FanfictionEstábamos los dos frente a frente, cara a cara. Sus ojos reflejaban una ferocidad casi felina. Acababa de despertar, no sabía muy bien que hacia ahí solo sabia una cosa, tenia que matarlo si quería regresar a casa.