CAPÍTULO UNO

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Sentía mi cuerpo adolorido, cansado y muy sudado. Sentí que no podría dar ni un solo paso más y que me desplomaría a cualquier momento, pero era tan increíble el poder que ejercía el miedo, que sin saber cómo, seguía en pie, marchando casi que arrastrada, intentando tener mis cinco sentidos activados y alertas.

Me ardían los ojos del cansancio, además de los sentía pesados y adoloridos por el llanto que por momentos me atacaba. Sentía arder las plantas de mis pies, mis extremidades dolían a tal punto que empezaba a no sentirlas, pero me prohibía parar de caminar no hasta sentirme segura, o hasta por lo menos saliera el sol...

Un suspiro profundo—que sonó más como un gemido adolorido—broto de mis labios y metí la mano en el canguro negro que había agarrado, acariciando a Salem, quien saco su cabeza y me miro con sus ojos verdes mientras ronroneaba con mi toque.

Mordí mi labio inferior con fuerza. No sabía que hacer, yo sólo quería hacerme un bola en mi cama y llorar, llorar y llorar sin limitaciones. Quería gritar lo que tenía atorado en mi pecho. Tenía tanto miedo, estaba tan confundida, herida, agotada, enojada, dolida...

No sabía ni dónde ni cómo estaban los chicos, temía tanto por ellos. Temía por todo, por lo oscuro que estaba, por mis amigos y cansada de todo, abrumada de lo que sentía, enojada y asqueada por las consecuencias de esta porquería, me senté por primera vez en horas sobre las enormes raíces de un árbol. Un gemido doloroso solté cuando casi pierdo el equilibrio y apoyo una de mis manos—llena de sangre seca y con una gran herida abierta en la muñeca— en el enorme árbol. Mis ojos se llenaron de lágrimas y mordí con fuerza mi labio superior saboreando la sangre.

Era tanto lo que estaba ocurriendo, tan abrumador y terrorífico que mi cuerpo se lleno de espasmos y empecé a llorar. Lloré de dolor, llore por la traición y por lo cansada que estaba, lloré porque tenía tanto, tanto miedo, lloré porque ellos podían sentirme, lloré por mis amigos; ellos me dolían, me dolían. Lloré mucho por mis amigos, porque los abandone. Tan sólo salí corriendo como pude de ese lugar sin ellos. Lloraba de la impotencia porque yo no era valiente, no podía, no era capaz de enfrentarlos y lo peor era que ellos si lo hubieran hecho por mí. Lo hubieran dado todo...

De repente suena con fuerza las sirenas, sacándome de mi burbuja y haciendo que Salem se asuste al igual que yo.

Doy un brinco que hace que todo mi cuerpo duela, que se me vayan las luces por un momento y que mi corazón vaya a mil. Mi respiración se agita. De repente veo como varias luces apuntan en mi dirección y me lleno de más terror, tanto que por unos segundos quedó en shock del pánico que recorre por todas mis venas, pero algo se activa en mi cerebro causando que salga de aquel trance y cerrando la cremallera del canguro para que Salem no se salga doy media vuelta dispuesta a correr lo más que pueda, pero enseguida que doy la vuelta siento algo impactar con fuerza mi frente, frenandome en seguida y botandome al piso del golpe tan duro.

Veo borroso.

Estoy aturdida.

Un pitido fuerte retumba en mis oídos.

Duele.

Luces en mi rostro.

Y

Los hombres de traje blanco con mascarillas se vuelven visibles ante mis ojos antes de bailar en la inconsciencia.
























Panic VillageWhere stories live. Discover now