No me ha quedado nada,
ni la gota de sangre más fría,
ni la sonrisa más falsa
y asqueada.De rodillas he caído
en un suelo aturdido,
de rodillas y con
el alma patética.Quizás anhelo aquel
último adiós,
pero sé que mucho
no me seduce,Son mis ojos los cobardes
del mañana,
con plena desazón de
afrontar otro amanecer,Son mis pies muertos de frío,
muertos de tanto
caminar en clavos.En un amanecer me iré lejos,
dónde el olvido me olvide,
Dónde mi historia
sé llene de un último adiós.