Salvaje y libre

Prólogo

2 de mayo.
Taiwán.

En una esquina se encontraba un pequeño niño, muy bonito, de aspecto dulce e inocente que no sabía dónde estaba.

¿Por qué lo habían dejado allí? No lo entendía. Bruscamente habían ordenado que se quedase quieto. ¿Y su mami dónde se había metido? La esperaría allí, cómo hacía cuando lo iba a recoger al kínder y a sus prácticas.

Se sentó en el suelo....

¿Y FeiFei dónde estaba? Sabía que la habían llevado a otro cuarto, porque los hombres que los atraparon tuvieron que hacer todos sus esfuerzos para separarlos; FeiFei y él iban a todos lados juntos, y nada, nada los separaba, salvo ésta vez.

Le prometió a su amiga entre lágrimas que todo estaría bien, pero su corazoncito le indicaba otra cosa.

Cerró sus grandes ojos y retorció sus pequeñas manitos tratando de no pensar en lo oscura que estaba esa habitación. No le tendría miedo a la oscuridad. Él era valiente, como su mami.

Tanteó un poco el suelo tratando de encontrar a Jia en la oscuridad; era un oso de peluche que lo calmaba cuando tenía miedo. Lo encontró a unos pocos metros al lado de algo que no supo distinguir al tacto, por lo que rápidamente quitó su mano y tomó a Jia. Lo rodeó en un abrazo, apretando sus ojitos, dejando que las lágrimas que estaba conteniendo cayeran. Se aferró, y esperó a que algo sucediera.

Diferentes olores inundaron su nariz y un fuerte sonido de una puerta abriéndose se escuchó. La luz lo cegó y entraron al cuarto alrededor de cinco personas vestidas con una ropa extraña que parecía una armadura.

—¡Está todo despejado!—. Se escuchó el grito de un hombre que lo dejó bastante aturdido.—Debemos irnos, ¡Ahora!

Más pasos se escucharon. Volvió a apretar más fuerte a Jia. Sentía mucho miedo.

—¡Im! ¡Toma al niño!

Unos brazos fuertes lo rodearon y lo levantaron del suelo. Su cabeza se pegó al pecho del señor que lo tenía en brazos.

—Tranquilo, pequeño. Estás a salvo.

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Espero y les guste. Cualquier error que noten, me lo hacen saber.