No me llores [YoonMin]

Ansioso

Min Yoongi, desde una temprana edad, siempre tuvo en claro la clase de persona que sería cuando sus mismos compañeros esquivaban su compañía o su presencia en los juegos grupales de educación física en la primaria. No era el más conversador ni tampoco el más simpático, no solía comprender rápidamente los chistes ni mucho menos era el que los iniciaba; cuando habían reuniones fuera del colegio, las únicas veces que le invitaron no le apeteció asistir a pasar el rato con personas que no tendían a charlar con él entre clases.

Desde entonces lo supo, no sería del tipo alumno popular que rebosaba amistades, tampoco era el primero en su clase, ya quisiera la señora Min que lo fuera, él fue más del arte y el silencio; la monotonía que parecía aburrir a todo el mundo particularmente a él le resultaba encantadora, amaba estar solo y que existiera silencios a su alrededor porque lo pasaba mejor.

No tenía mucho que decir así que no se esforzaba en hacerlo, en secundaria fue supervisor de pasillos por su buena conducta (invisible) y su sentido de justicia por sobre la amistad (que lo alejó todavía más del resto). Yoongi estaba destinado a ser el único espectador, además de cantautor, de su sombría personalidad apartada…

— Hyung, lamento estar fuera del aula pero me perdí, es mi primer día aquí - un chico castaño tendió la hoja de direcciones, sonriendo nervioso - ¿Me ayuda? Por favor.

— Tendré que reportarte de todos modos, chico.

— No hay problema, es mi culpa ser tan despistado; me dió vergüenza preguntar delante de tantas personas a un desconocido.

Yoongi notó que el chico hablaba en un tono gentil, casi sumiso, por poco y no abría la boca para hablar con todo ese flequillo cubriendo sus ojos como una cortina.

La curiosidad fue más fuerte y espontáneamente corrió el cabello de su rostro, sorprendido de encontrar hermosos ojos castaños pero brillantes, abiertos del asombro; Yoongi se apenó y le soltó.

— Tendrás que cortar tu cabello, también. Debes estar arreglado - soltó rápidamente, excusándose - sígueme.

— D-de acuerdo - aceptó, persiguiendo al mayor.

En la tarde de ese mismo día, el chico nuevo buscó a Yoongi y compró gomitas para el pelinegro un año mayor, pasó un tiempo con Min y notó de inmediato que era asocial y centrado en su propio mundo agradando solo con el que era recién llegado, pidió almorzar con el mayor hasta que hiciera más amigos con la premiación de comprar su bebida y Yoongi aceptó porque de todas formas no hablaban (él no cooperaba mucho por timidez) y pasado el mes ya se establecieron como amigos.

Park Jimin trataba con más personas transcurrido este periodo, pero continuaba acudiendo religiosamente a su almuerzo con Yoongi, detalle que el mayor descubrió rápidamente y lo apreció sinceramente sin saber muy bien por qué el muchacho agradable elegía su compañía; especuló en ese entonces que a Jimin le gustaba la soledad que tenía Yoongi para dar, incluso uno sentado junto al otro.

Los meses fueron pasando y ellos continuaban reuniéndose en la parte trasera del colegio, lejos de todo el mundo porque a Jimin le gustaban los espacios abiertos y a Yoongi el silencio, temporalmente fueron notando estos datos coincidentes y naturalmente fueron fijándose en las diferencias que habitualmente les molestaba en cualquier persona conocida, pero que dejaban pasar solo por tratarse del otro. Por ejemplo:

A Jimin le molestaba que Yoongi disfrazara su falta de confianza en sus escritos, porque el pelinegro escribía cuando tenía tiempo, con pobres excusas de que el resto no entendería sus sentimientos. Le resultaba contraproducente que se prohibiera de cosas que obviamente le gustaban como la vestimenta o gustos musicales, quizás su actitud a veces, solo porque restaría seriedad a su apariencia y el margen que la sociedad ya tenía para él a esas alturas. Le molestaba que se avergonzara de admitir tocar el piano porque no encajaba con él cuando era genial. También le desagradaba más que cualquier cosa que se resignara a ser lo que otros querían de él.