1. La vida y sus vueltas.

39 3 1
                                    

 "La vida da muchas vueltas" dijo mi madre alguna vez. Ella jamás supo responder el número que significaba la palabra "muchas" y tampoco supe a qué se refería con ello.
Mi nombre es Loretta, hace ya diez años dejé de ser Loretta Fernández para convertir mi apellido a Márquez, dígase con ello que pasé a propiedad de mi esposo, Aron.
Como dije antes, me casé hace diez años con un hombre quince años mayor que yo; sin embargo, mi matrimonio es más que nada una especie de contrato que nos unió a ambos por conveniencia, como sucede de forma común con las mujeres en mi lugar de nacimiento, un pequeño pueblo de México.
La vida en el pueblo era simple y anticuada, las féminas debían preocuparse por conseguir un buen marido y los hombres aprender distintos oficios según lo que su familia fuera enseñando por generaciones, principalmente la siembra, cosecha y ganadería.
Aron nació en Colombia, pero con ayuda de su familia compró algunas tierras en mi pueblo natal para establecer sembradíos de maíz, manzana y algunas hortalizas que la fertilidad de la tierra permitía proveer.
Yo tenía once años cuando él fijó sus ojos en mí; recuerdo que fui al río para lavar algo de ropa porque nosotros no teníamos lavadora y era algo que sólo los ricos se podían costear, él estaba nadando y no dejó de seguirme con la mirada. Admito que tuve miedo y lavé la ropa lo más rápido que me fue posible, cosa que me costó que mi madre me cargara a palos. Un día después, aquel hombre de cabellos rubios y penetrantes ojos azules, se había presentado ante mamá como Aron Márquez y no dudó en mostrar su interés en mí. Mamá se negó, esto hasta que el cheque que sacó a mi familia de la miseria estuvo entre sus manos. "Te podrás casar con ella cuando cumpla los quince años, aún es muy joven", había dicho mi madre. Pero lamentablemente no fue así, a la edad de trece años contraje nupcias con él y me acostumbré a vivir de esa forma; diez años han pasado en mi celda de oro, como acostumbro a llamar a mi hogar... Y jamás pude aprender a amar a Aron.

La vida da muchas vueltas, había dicho mamá. Tal vez, estaba a punto de describir el significado de "muchas", más rápido de lo que esperaba.

La llave de mi celda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora