LA FLOR DE FUEGO BEAYRI

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Mirando el azul del cielo se encontraba un herrero cuya hambre de gloria valía más que un pocillo con dinero, el antes era un reconocido y famoso artesano. Ahora pedía limosna en la entrada del pueblo, la guerra había terminado dejándolo sin una pierna. Todos los días apoyado con una rama vieja el joven maldice su condición, recae en la agonía del conformismo y la auto-lástima, ahora solo es un pozo sin fondo lleno de miseria.

Un paso a la vez decía mientras su delgaducho cuerpo y cabello desarreglado le daba apariencia de un viejo vagabundo.

¡Viejo tonto! - gritaban los niños que se encontraban jugando en sus alrededores pateando su única pierna aprovechando que se encontraba tirado en el suelo.

Ya no me queda nada decía el joven demacrado y decide marcharse a otro pueblo buscando su muerte durante el trayecto, el joven caminó y caminó. El joven ya hombre, exhausto sin encontrar reposo teniendo sus labios partidos y sin lágrimas por las inclemencias de las alturas decidió morir en ese mismo instante; acercándose a la orilla de una gran piedra, respira profundamente aceptando su destino. Entre lágrimas mira a lo lejos un pueblo y se maravilla de una figura resplandeciente tan blanca como la nieve que caminaba entre la indiferencia de los pobladores; el joven impresionado resbala y cae... rodando cuesta abajo esperando su muerte recuerda la última frase que le dijo su madre antes de suicidarse con una daga por orden del emperador Atiq:

"Toda vida tiene un sentido y la mía será protegerte, vive tanto como los montes hijo mío". Esas palabras fueron las mismas que recordó antes de ceder en la guerra y luchando con una pierna hecha pedazos logró sobrevivir.

Ahora cuesta abajo una piedra fractura uno de sus brazos mientras que sigue rodando. Lo siento madre dice con voz entre cortada he imagina la figura de la mujer tan blanca como la nieve de hace unos instantes...

Tiempo después del accidente.

¡Ahhhhhhhhhhh! – Grita con todas sus fuerzas el hombre sin esperanzas.

El dolor era insoportable en todo su cuerpo, con los ojos entre abiertos aferrándose a la vida ve la silueta de la mujer tan blanca como la nieve a su lado y de pie; el hombre vuelve a dormir.

¿Cómo es posible? – somnoliento murmura el herrero.

Te estrellaste en mi casa después de caer de la colina y que las hierbas que eran el alimento de mis animales amortiguasen tu caída, es un milagro que te encuentres vivo. – Dijo una anciana

La anciana era de pequeña estatura, cálidos ojos y arrugas tan marcadas como de cicatrices de la vida se tratasen.

Hijo al parecer perdiste una pierna en la caída y te fracturaste un brazo, nunca te había visto en el pueblo, ¿Qué te atrae a este sitio? – Dijo la noble anciana con curiosidad

Mi pierna derecha hace mucho que fue arrebatada y lo que me atrajo antes a este pueblo fue la búsqueda de la muerte – Dijo el herrero apretando los dientes y con ojos inundados de pena.

¿Y ahora hijo mío? – con voz compasiva dijo la anciana como si una madre entristecida le preguntase a su hijo.

Ahora ya no es nada estimada anciana.

Así pasaron los meses, el hombre ayudaba a la anciana la cual estaba sola y no se podía dar abasto con sus animales que eran casi mil auquénidos, el hombre y la anciana ya no eran más unos extraños sino madre e hijo. El herrero después de llevar los animales hacia el área de alimentación y cenar con su madre se recostó sobre los mantos hechos con las hebras acogedoras de esos bellos animales; no paso mucho hasta que vio entre sueños a la mujer tan blanca como la nieve, sus latidos aceleraban y su cuerpo se estremecía.

LA FLOR DE FUEGO BEAYRIWhere stories live. Discover now