Un día de verano, o puede que de invierno; igualmente no hay diferencia, estaba un hombre de alta edad lesbiano que debe callarse. Cumplió los 68,098987634565434 años. El desfase horario, la contaminación y el patriarcado han producido ese distorsionado número. Él estaba en el parque, sentado en un banco. Todos pensaron que iba a atracarlo y le mandaron callar. El viejo, estaba muy deprimido y se fue a un banco de verdad, pero le faltaba una madera de -3 que tenía. Ahora culpa de la polución.
Estando sentado, pensó sobre qué haría con lo poco que le quedaba en el mes gratis World of Warcraft (osea de vida). Como no lo quedaba wakfu para poder farmear no podía aprovechar lo que le quedaba de vida. No aprovechó el bug. Eso es por culpa de Dalas.
Entonces se levantó del asiento largo cuyo nombre recuerda a esa hipoteca por la que te persigue Hacienda. Tenía hambre, de algún conjunto de biomoléculas orgánicas complejas, en forma de nutrientes para descomponerlas en el metabolismo en unidades básicas para renovar, sustituir o crear nuevas estructuras intracelulares. En ese momento tenía antojo de un objeto alargado de tamaño comparable al de un pepinazo, pero pequeño.
Quería pepinillos.
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El viejo que comía pepinillos en una esquina.
RandomEl esporádico viejo desgraciado que se va a una esquina a comer pepinillos, se va a comer pepinillos pasando por una electrizante historia.