Una Navidad cliché.
Capítulo único.
El aroma a adornos recién sacados del lugar donde se guardaban desde el diciembre pasado, la alergia por el polvo que las cubren, escarcha desprendiéndose por doquier, la hermosa iluminación navideña al conectar las luces, el reflejo de nuestras manos y rostros al poner las esferas en el árbol, el orgullo luego de ver nuestro trabajo decorativo hecho... Y demás detalles, que quedan protagonistas al momento de comenzar a subrayar el ambiente navideño con las decoraciones tradicionales, pasaban por la mente de Videl.
Pero ella no los vivía, pues la servidumbre de su mansión era la encargada de adornar ésta.
Tan sólo era partícipe de cómo los hombres que servían a su padre se trasladaban de un lado hacia otro, cargando las cajas pesadas llenas de lo que sea que se le haya ocurrido al grandioso Mr. Satán para decorar su casa en Navidad este año (y claro, con el objetivo de ser centro de atención de cientos de cámaras), y las mujeres que servían a la limpieza se encargaban de los detalles decorativos.
—Buenas tardes, señorita Videl —saludaban todas las personas que invadían su sala de estar mientras ella pasaba entre ellas, y de vez en cuando esquivaba una que otra que llevaba prisa.
Todos iban y venían, recibían y daban órdenes, por lo que de pronto por la cabeza de la joven pasó que ella estaba allí sólo estorbando.
Caminó lejos del lugar careciendo de rumbo fijo. Sin querer llegó hasta una de las enormes habitaciones de la casa, esa que su papá empleó para darle resguardo a sus cientos de trofeos, medallas y reconocimientos a lo largo de su carrera como luchador. Anduvo merodeando frente a todos los estantes sin gracia alguna, y podría decirse que con semblante aburrido, no había nada que detenerse a apreciar, pues ya se conocía todos esos premios de memoria. Esa actitud la mantuvo hasta que se encontró con cierto mueble que no era nuevo para ella: constaba de varias repisas, y en ellas unos pocos portarretratos que tenían en su interior fotos de ella con su padre, desde que era una bebé hasta ahora en su casi adultez, iban de abajo hacia arriba como una línea de tiempo.
Hoy en día aún le extrañaba verse en fotos entre todos los trofeos, dado a que esa habitación era exclusiva para ellos. Pensó que quizás, incluso con la fama que le rodeaba actualmente, en el fondo sí era cierto eso que Mr. Satán le decía cuando era ñina, que ella era y siempre sería su mejor premio.
Su azul mirada se detuvo en una de las repisas del estante, la del medio para ser precisos, la cual ocupaba dos retratos solamente de ella, que tenían en común, aparte de la edad, un rasgo característico en la muchacha: su gesto fruncido.
En el primero se le apreciaba delante de la arena de combate del Torneo de las Artes Marciales número 23, en el que había ganado el torneo infantil con tan sólo siete años de edad. Pese a ser la campeona, su expresión malhumorada se debía a que estaba recibiendo más atención de la debida por todos los medios, hecho que la diferenciaba totalmente de su progenitor.
Luego de soltar una penosa carcajada al memorizar su humor en aquel momento, su vista rodó a la segunda foto. Ésta le trajo mayor curiosidad, puesto que casualmente había sido tomada en estas fechas, el extravagante árbol de navidad al fondo lo delataba.
Sostuvo entre sus manos la fotografía enmarcada, intentando recordar el porqué de su mal genio ese día, pero no le puso mucho empeño a su memoria, visto que al menos el setenta por ciento de su vida han sido semblantes contraídos y disgustos. Por extraño que fuera, se le vino en mente el entrecejo fruncido del esposo de Bulma.
Pero lo que sí recordó vagamente sobre lo que fue su niñez en estas fiestas eran las películas que su padre le compraba para que las viera mientras él tenía sus importantes fiestas y cenas de Nochebuena. Aquellas en donde siempre sucedía lo mismo: comenzaba con un ambiente armonioso y perfecto, listo para celebrar estas fiestas como se debe, luego un problema corrompía todo, ya sea por un conflicto familiar o factores externos que afectan la impecable trama, para culminar con todos perdonados y una bonita reflexión sobre que lo de mayor importancia no eran los regalos, sino el amor entre todos los seres queridos.
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Una navidad cliché // Dragon Ball OS
FanfictionYa ansiaba sentir la delicada nieve suavizar su rostro junto con la brisa invernal, ver a niños jugando y hacer los llamados hombres de nieve en cada rincón de Ciudad Satán, y todos haciendo compras para esa noche, ya saben, el ambiente navideño sur...