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Ante mis ojos el milagro de la vida se hacía visible. Observé como mi hija Sadie, al igual que aproximadamente 180 bebés en el mundo, dejaba el utero de su madre en este mismo minuto. También, aproximadamente la mitad de esta cantidad corresponde a la cantidad de muertes por minuto que ocurren en el mundo. 《¿Por qué hago este tipo de comparaciones en este momento?》pensé. La verdad es que ni yo mismo lo sé. Aunque en ciertos momentos me gustaba hacerlas; sentía una peliculiar sensación reconfortante.

El llanto de la pequeña me despierta de mi ensoñamiento. 《Vaya que es ruidosa; igual que su madre》pensé recordando el dia que nos conociomos. Una sonrisa se pintó en mi cara, la cuál se llevaba días tras día de ansidad acumulada. La enfermera me hace señas para que corte el cordón umbilical. Mis temblorosas manos suben y lo cortan, he inmediantamente la emfermera pone a mi hija en mis brazos.

En esos aproximados treinta segundos que la tuve en mis brazos mi mente viajó al pasado. O3/03/09. El día que conocí a su madre. Una brisa fría de Otoño soplaba mientras la ayudaba a recoger sus cosas que "accidentalmente" tumbé. Al principio sólo quería pobrar suerte con esta chica que no paraba de reclamarme histericamente, delgada de estatura media, cabello castaño; pero fue allí cuando miré sus enormes ojos cafes que supe que ella no era cualquier chica. 《Gracias Dios》fue lo único que pensé, teniendo en cuenta de que mi educación católica tenía años sin salir a la luz, realmente me sorprendió. Todo lo que vino después de ese día no fue fácil, pero nuestro amor perduró y llegó hasta este día. 23/10/14. El día en que Sadie nació. El día en que sólo tuve algo que decir. Lo hice muy bajo y viendo los ojitos de mi hija: 《Gracias Dios》.

Luego de entregarle la bebé de nuevo a la enfermera para que siguiera el protocolo característico de este tipo de acontecimientos, fui directamente a mi sedada esposa, una leve capa de sudor brillaba en su frente a la cuál bese, se veía cansada.

Mientras me iba a afrontar a las decenas de nuestros familiares que esperaban afuera noté algo que sobresalía de la muñeca de mi esposa, la reconocí al instante. Era la humilde pulsera tejida que le había regalado luego del primer mes juntos. Para aquel tiempo a penas acababa de cumplir la mayoria de edad. Desde ese día dijo que siempre la llevaba consigo, puesta o no, la hacía sentir segura. 《En serio amo a esta mujer》pensé sonriendo de oreja a oreja.

Una nueva vida nos esperaba, sería difícil eso lo sabía, pero: ¿Cómo un abuelo da lecciones de vida a sus nietos sin sus propias historias? ¿Cómo una persona escribe un libro sin antes haber expetimentado el argumento del mismo? ¿Cómo un niño aprende a usar su nueva consola de video juegos sin antes pasar horas frente a la TV?. Esta vez sentí eso que describí antes, esa sensacion reconfortante de que todo estará bien, en la que parece que estás en sintonía con el mundo. Luego de que atravesé ese puerta esa sensación se esfumó por completo. 《Tranquilo, volverá a suceder》.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2015 ⏰

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Equilibrio: La invasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora