Estuvo un tiempo observándola desde lejos, la veía colocar sus libros en su taquilla cuidadosamente.
Todo con su pálida piel, hundiéndose en sus huesos.
Era afortunado de poder observarla e infiltrarse en su universo. Aunque fuera por sinuosas letras escritas en notas.
Ni las estrellas se permitían ese honor.
“¿Por qué me persigues en sueños?”
Fue la primera.