Capítulo 4

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En cuanto salió del coche, Maribel se lanzó a sus brazos, dejando a Nerea a un lado. Debido al ajetreo que llevaban con las clases, hacía un par de semanas que no volvían a Altea, y la echaban de menos.

La madre de Nerea era su segunda madre, nada parecido al perfil de madrastra que dan siempre en las películas. Era una madre que le había acogido como si compartieran sangre, incluso después de la muerte de su padre. Continuó viviendo con ellas hasta que entró en la universidad, y fue gracias a esas dos rubias que el duelo fue algo más ameno para él.

Que no fácil.

Entraron en casa. La que por tantos años fue su casa, y cuando entró en su antiguo cuarto, no pudo evitar recorrer las paredes con la mirada, y las yemas de los dedos. Aún tenía ahí fotografías que debería arrancar sin remordimientos, pero era incapaz. Exactamente lo mismo le ocurría con algunos objetos, que en su día fueron los mejores regalos que jamás le habían hecho.

A día de hoy, eran espinas que aún pinchaban. De las que, por desgracia, aún no era capaz de deshacerse.

Entre aquellas imágenes, encontró algunas caras que sí quería seguir viendo. Sus compañeras de clase, sus vecinos, Alfred. Estaban todos ahí, recogiendo cada año de su vida universitaria. Además, tenía la manía de colocar las fotografías según su orden genealógico.

Las primeras fotos eran con sus padres, con Álvaro. Después con Nerea, y Maribel.

Seguían con Alfred, de las cuales tenía demasiadas. Y acababan con todos sus amigos, o al menos, todos a los que verdaderamente consideraba amigos.

Junto a los que en algún momento consideró importantes.

Suspiró, y se esforzó por mirar solo las fotos que le hacían sentir bien. Pero entonces cayó en la cuenta de algo.

Torció los labios, disimulándose a sí mismo una sonrisa.

Le faltaba alguien nuevo.

Sacó su móvil, y no necesitó escribir su nombre en el buscador, estaba de los primeros entre sus últimas conversaciones.

Pese a ser vecinos, y tenerse a un par de metros, eran bastante pesados hablando por whatsapp.

- Tenemos que hacernos una foto juntos. – Le envió.

La respuesta de Agoney no tardó en llegar.

- ¿Para qué?

Raoul torció los labios.

- Qué borde. Te quedas sin aparecer en mis recuerdos. – Adjuntó una foto de su pared, y acabó tirado en la cama, esperando una respuesta.

Agoney tan solo se rio, y le pidió dejar el móvil y disfrutar de su fin de semana allí.

Y tenía razón, así que le hizo caso.

La comida pasó tranquila, con Nerea poniendo al día a su madre. Le resultaba gracioso cómo no tenía tapujos a la hora de contarle todo lo que le ocurría, incluidas las cosas referentes a los chicos que le gustaban, o con los que estaba. Pero es que Nerea siempre había sido así, no tenia pelos en la lengua, ni problema para contar cómo se sentía.

El ambiente estaba muy animado, hasta que llegó la pregunta que sabía que llegaría en algún momento.

- Oye Raoul, ¿y Guillem? Hace mucho que no lo traes por aquí. – Maribel le preguntó aquello con toda la inocencia de una madre preocupada, y curiosa.

Nerea entró en tensión, y él solo pudo sonreírle, tranquilizándola.

Era completamente normal que preguntara por él, pues había pasado dos años viéndole casi cada fin de semana.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2019 ⏰

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