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Odio que me digas que me quieres,
que sin mí estarías aturdido,
hundido,
cuando sólo me hieres,
me arañas y me destrozas,
aunque de mi corazón seas el bandido.

Te muerdes la boca,
me rozas,
me provocas,
me ruegas por otra oportunidad
y ahí pienso que esto durará toda la eternidad.

Cuando sólo fuiste, eres y serás
un efímero recuerdo,
de esos que al oír su nombre
te dejan sin aliento.

Te quiero, después de hacerme añicos.
Te quiero, después de desgarrarme hasta dejarme sin coraza.
Te quiero, después de hacerme reventar los nudillos
y otra vez, te quiero, aunque me sienta alocada.
Y no tengo mayor odio, que quererte.

La poesía de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora