Homenaje al maestro Philip Von Reutter

Destellos de genialidad - Carta/homenaje al maestro Philip Von Reutter

Tras todo abuso de poder, nos aguarda la rivalidad. Entre más grande sea el resentimiento, mayores serán las fuerzas al pelear.

Más allá de este mundo, sólo queda la luz en el alma y la serenidad de siempre haber defendido la causa correcta. Serenidad que hace falta para aceptar lo que no se puede cambiar, coraje para transformar lo que se puede mejorar y sabiduría para trascender habiendo abierto el corazón de quienes se deban quedar.

Cuando te encuentres en el fondo y sin salida, lo primero es dejar de cavar, pero aunque duela y sientas que todo está perdido, nunca te arrepientas de despertar.

Si en tu viaje nadie te acompaña, viaja en soledad; pues tarde o temprano, en el camino, tus semejantes se te unirán.

Victoria o derrota es sólo sinónimo de aventura y en tus manos está que la ignorancia no sea tu sepultura.

Si debes hacer algo que te asusta, hazlo con miedo, pero hazlo. Atemorizada o valiente, tu esencia seguirá intacta, jamás permitas que la adversidad te inmovilice.

A cada paso, sólo siente...respira. Escucha. Sueña. Canta, comparte tu luz...

Despierta...

Irremplazable amigo, padre simbólico, precursor de la genialidad. De ti aprendí que lo más importante que poseemos es la autenticidad y la propia voz, que el teatro es el altar sobre el que se expone la verdadera belleza y la belleza de la verdad.

A través de tu mirada exuberante y tu palabra omnipresente, tu recuerdo se hace tangible. Pasión irrefrenable y voluntad de seguir viviendo; con pequeños pasos y largos vuelos fue que te abriste camino, compartiendo a manos llenas tu locura, tu terquedad, tu entusiasmo y tu frustración, pero, más que nada, tu amor por la vida.

Con apacible calma captaste mi atención, con rejuvenecidos brincos y zancadas ganaste mi admiración y, aunque más de una vez conseguiste darnos un susto de aquellos que detienen el corazón, hoy puedo decirte que mi eterno e incondicional amor al arte encuentra en ti su más poderosa razón.

Hasta siempre, amigo.

-Shakti De Lille-