Espacio Personal

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Esto era una competencia. Sí, definitivamente lo era, era un duelo de resistencia, y él tenía las de perder.

Y aunque su mirada chistosamente aguzada observase la contraria que se mostraba curiosa, sentía que no sería capaz de contener ese abrumador calor que su corazón se encargaba de conducir hacia su rostro con fuertes bombeos imparables.

Sólo quería que se alejara, ¡sólo quería que esos bellos ojitos se apartasen brevemente de él, o que ese precioso cuerpecito se alejara un poco del suyo! ¡Sólo eso quería! —bueno, en realidad, solamente era tímido, lo que realmente quería, era lanzarse hacia ese estúpido chiquillo y... ¿y qué? ¿Golpearlo? No lo sabía, pero, inconscientemente, quería más cercanía, y sin embargo, era demasiado tímido como para aceptarlo—.

— ¿Qué? —habló de repente, con voz tosca, usando toda su fuerza de voluntad para mantener su azulada mirada sobre la castaña, que notó parpadear brevemente y con rapidez.

— ¿Eh? —soltó un sonido preguntoso, tan corto, y tan adorable por lo distraído que sonó. De hecho, el chico se notaba distraído, sus resplandecientes ojos mostraban curiosidad, y duda, ahora que Killua les prestaba mayor atención. Era, como si el moreno estuviese pensando la siguiente acción que llevaría a cabo, ¡cosa que para nada era común!

— ¿Qué quieres? —aclaró su pregunta, con un tono de voz ligeramente más suave al anterior, pero igualmente malhumorado, escondiendo sus ganas de sonreír muerto de ternura por la voz que su opuesto liberó previamente.

— ¿Qué quiero? —repitió, buscando procesar aquella pregunta.

Killua no entendía qué estaba pasando, Gon lo llevaba mirando fija y dubitativamente desde varios minutos atrás, extremadamente cerca, y, al parecer, ni siquiera lo había notado, y sin querer, terminó invadiendo el espacio personal del albino sin tener esa intención. Como, casi siempre, de hecho.

—Ahá... ¡Estás demasiado cer...! —Y no fue capaz de continuar; el casi ceño fruncido que estuvo a punto de hacer, desapareció por completo, y sus labios continuaron entreabiertos, sin que de éstos lograse salir la continuidad de la oración que estuvo muy cerca de completar.

Simplemente continuó estático, con su mirada en la nada y una expresión que no podría describir más que como idiota.

Gon, estaba besando su mejilla.

Y su mejilla, ardía, ardía ante los labios de Gon contra ella.

Sintió el tiempo eterno, y ni así, era capaz de descifrar lo que sucedía, de lo único que era consciente, era que aquel roce contra su mejilla era el mismísimo paraíso perdonando todos sus pecados y brindándole la gloria máxima.

Y, aunque los labios de Gon se alejaron, la placentera sensación seguía ahí, y una de sus manos se dirigía hacia aquella zona, tal vez para ver si era capaz de sentir el paraíso contra las yemas de sus dedos también. Mantuvo su mano ahí, sin parpadear, y aún con esa expresión de completo bobo, y un peculiar brillo en sus ojos azules, que se mostraban de un color tan claro como el agua, y tan brillantes como un diamante.

...

De golpe, toda la sangre se le vino a la cabeza, mirando a Gon completamente paralizado, con todos los nervios disparados y su cabello erizado. Literalmente una descarga eléctrica lo recorrió completamente y le dejó el cabello en punta, casi como el de Gon, pero más corto.

Gon le dedicó una sonrisa adorable y llena de cariño, y esa sonrisa, era lo último que faltaba para llevarlo casi al orgasmo y provocarle un desmayo, que, por desgracia, no sucedió. Sentía que la vergüenza era tan grande, que no podría mantener la mirada esta vez.

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