Me siento en el suelo mientras veo caer la lluvia, las gotas salpican mis tobillos desnudos. Enciendo un porro y el humo que exhalo se confunde con el vaho que provoca el frio. Cierro mis ojos y dejó que el humo me consuma, que inunde mis pulmones, para cuando abro mis ojos me encuentro riendo, cada gota que cae es un pequeño duendecillo danzando tan felices y despreocupados, hasta que la cruda realidad les golpea y explotan en mil pedazos.
Vuelvo a inhalar otra bocanada de humo y está vez mis ojos se entrecierran un poco <¿Porqué me rio?> No tengo nada porque estar riendo, sólo tengo a este pequeño amigo que ya pronto se consumirá, pero al final del día es el unico que me hace reír y es el único en que puedo confiar para levantar mi ánimo.
Ya no me siento triste, en la próxima hora mi amigo me permite ser felíz.
